Para que algún tipo de socialismo anticapitalista pueda tener futuro, ha de ser capaz de poner a la altura de los tiempos el programa pancivilizatorio de la democracia revolucionaria fraterna. La lucha ha de ser la de siempre: contra el despotismo del Estado, el despotismo del patrón, el despotismo doméstico y contra el proceso de descivilización.

El Estado moderno, los grandes poderes privados y la tolerancia.

El Estado moderno se forjó en Europa tras un complejo proceso multisecular de expropiación forzosa de los poderes privados feudales y tardofeudales. Al final de ese proceso, la concentración de poder potencialmente violento en una esfera “pública” llegó a ser tan exitosa, que acabó monopolizando la capacidad para exigir legítimamente obediencia sobre un territorio dado. La tolerancia y la neutralidad modernas tienen también su origen en ese largo proceso de expropiación de los poderes privados y de constirución de un poder público monopólico: al menos en Europa y en Iberoamérica, el logro de la tolerancia vino de la mano de La expropiación de las riquezas inmuebles de las iglesias y de la destrucción de la inveterada capacidad de éstas, como potencias feudales privadas -y señaladamente, de la católica-, para desafiar con éxito el derecho del Estado a determinar el bien público.   Leer más…