«Explorando la conciencia de la clase trabajadora: una crítica a la teoría de la -aristocracia obrera-”: Charles Post
La noción de aristocracia obrera es una de las más antiguas explicaciones marxistas del conservadurismo y reformismo de la clase trabajadora. Sin embargo, a pesar de su persistente atractivo entre los investigadores y militantes de izquierda, no existe una teoría coherente y única sobre la aristocracia obrera. Si bien todas las versiones afirman que el conservadurismo y el reformismo de la clase trabajadora reflejan la política de una capa privilegiada de trabajadores, no puede verificarse de forma empírica la existencia de una capa privilegiada de trabajadores que participan de las sobreganancias monopólicas obtenidas por la clase capitalista y por lo tanto estas no pueden explicar los diferenciales de salario entre trabajadores nacionales e internacionales.
Palabras clave: Aristocracia obrera – Imperialismo – Conciencia de clase.
Los últimos quince años fueron protagonistas de un resurgimiento de la resistencia obrera en las formaciones sociales capitalistas desarrolladas. Después de casi veinte años de ataques patronales y gubernamentales sobre los salarios, las horas de trabajo, las condiciones laborales y el bienestar social, los trabajadores del mundo industrializado han comenzado a resistir y luchar. Desde las huelgas del sector público francés contra las reformas del sistema de pensiones en 1995, pasando por las huelgas generales que arrasaron el resto de Europa y de Canadá a finales de los 90, hasta el triunfo de la unión obrera-estudiantil en Francia contra la ley de empleo joven en 2006 y las ocupaciones de fábricas en rechazo a los despidos, extensos sectores obreros comenzaron a enfrentar el neoliberalismo en el corazón mismo del capitalismo global. Incluso los trabajadores estadounidenses, en general considerados los menos radicales y militantes del mundo industrializado, lanzaron una serie de huelgas en los años 90, llevadas a cabo por los trabajadores de Staley, Caterpillar y Bridgestone/ Firestone entre 1994 y 1996, de autopartes de General Motors en 1996, de United Parcel Service en 1997, de transporte en Nueva York en 2005 y de Republic Windows and Doors en Chicago en 2008.
A pesar de estas muestras de resistencia militante, la mayoría de los trabajadores del hemisferio norte se aferra todavía a políticas reformistas, cuando no directamente conservadoras. A grandes trazos, la teoría marxista nos dice que el capitalismo crea sus propios sepultureros: una clase de productores colectivos sin interés en el mantenimiento de la propiedad privada de los medios de producción. La necesidad del sistema capitalista de maximizar sus ganancias terminaría por forzar a los trabajadores a luchar contra sus empleadores y los llevaría a ampliar sus luchas de modo progresivo y finalmente a derribar el sistema para reemplazarlo por un autogobierno democrático.
La realidad histórica parece cuestionar estas básicas ideas marxistas. Si bien las condiciones de vida y de trabajo de los trabajadores del hemisferio norte se deterioraron bruscamente desde fines de la década del ‘60, el resultado no fue, por lo general, el crecimiento de la conciencia y la organización revolucionarias. Por el contrario, fuimos testigos del fortalecimiento de ideas reaccionarias (racismo, machismo, homofobia, xenofobia, militarismo) en un sector significativo de los trabajadores de los países capitalistas avanzados. Desde finales de los ‘70, en los Estados Unidos,prácticamente un tercio de los votantes provenientes de hogares sindicalizados eligieron candidatos de la derecha republicana.
Explicar esta paradoja ha representado un desafío crucial para los marxistas. Durante la última mitad del siglo, la tesis de la “ideología dominante” funciona como una explicación ampliamente aceptada del conservadurismo de la clase trabajadora. En líneas generales, el control por la clase capitalista de varios “aparatos ideológicos” -en especial, las escuelas y los medios de comunicación- llevaron a la clase trabajadora y a otros grupos subordinados a adoptar sin reparos las ideologías capitalistas conservadoras. De acuerdo con el análisis de pensadores “neo-gramscianos” (cuyas ideas tienen escasa relación con aquellas del revolucionario italiano), la hegemonía ideológica de la clase dominante equivale a la aceptación de las ideas capitalistas por la gran mayoría de los explotados y oprimidos. En las dos últimas décadas, la tesis de la “hegemonía/ideología dominante” fue sometida a críticas devastadoras y convincentes.
El artículo fue publicado originalmente en la revista Historical Materialism 18, 2010, pp. 3-38. Agradecemos a sus editores el permiso para reproducirlo. Traducción a cargo de Lucía Cataldi.
Fuente: Razón y Revolución