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«A través de Marx. Sacristán y los límites del marxismo occidental»: Mario Espinoza Pino

I. Puntos de partida: escenarios, fronteras.

Recuperar hoy las contribuciones filosóficas de Manuel Sacristán podría parecer, en principio, un gesto de vocación escolástica en el marco del marxismo español, o -a lo sumo- un ejercicio académico de historia de las ideas. Estos son, de hecho, los dos escollos más frecuentes que solemos encontrar a la hora de tratar el pensamiento de autores vinculados a una tradición como el marxismo. Incluso cuando invocamos su pensamiento para hacerlo partícipe de los problemas y contradicciones del presente. De una parte, la codificación del discurso en un vocabulario cada vez más esotérico y especializado, sostenido por ciertas Quaestiones Disputatae –aquello que Gramsci denominó una vez con el nombre de bizantinismo– ; de otra parte, la anestesia política con que las universidades contemporáneas –clasistas y crecientemente mercantilizadas- honran los discursos críticos y potencialmente transformadores, absorbiéndolos primero con cierta cautela para después domesticarlos sin excesivos conflictos. Este doble inconveniente sigue siendo, sin duda, una de las características fundamentales de gran parte del pensamiento marxista europeo en la actualidad, aún preso, como ya señalara Perry Anderson, de los límites temáticos e históricos del marxismo occidental. Unos límites que podemos ilustrar, de un modo general, con la imagen del “divorcio estructural” entre la teoría y la práctica iniciado a comienzos de la segunda década del siglo XX dentro de los partidos comunistas europeos. Esta fractura operó un desplazamiento del intelectual de partido –tradicionalmente envuelto en tareas organizativas y de análisis político-económico– hacia el horizonte universitario, separándose su figura de los escenarios de decisión política de la izquierda radical.

Los casos de Lukács, Marcuse, Althusser o Della Volpe, todos ellos intelectuales de izquierda y profesores de universidad, son elocuentes al respecto. Como también es elocuente la variación temática de sus trabajos, orientados fundamentalmente por la disciplina que todos ellos enseñaban en las facultades: filosofía. Una línea de investigación que los distanciará netamente del marxismo clásico, enfocado de manera más firme hacia el análisis económico (Hilferding, Bauer o Sweezy), el ensayo histórico-político (Lenin, Luxemburgo) y la crónica periodística
de análisis social.

La mencionada escisión entre teoría y praxis hemos de situarla hoy en las paradojas de un discurso el del marxismo, que por su conflictiva deriva histórica ha quedado reducido a un tipo singular de conocimiento –teoría o crítica marxista- o a una corriente polémica dentro del pensamiento universitario contemporáneo. Estos hechos han alejado progresivamente a gran parte de la tradición marxista tanto de sus espacios originarios de acción –partidos y  movimientos populares– como de las disciplinas que intentaban orientar su proyecto político de liberación colectiva: el comunismo. Así, la economía, el conocimiento histórico y sociológico fueron desapareciendo del campo de trabajo del pensamiento heredero de Marx y Engels, desplazados por una problemática de carácter decididamente filosófico y cultural. Bosquejar este horizonte nos permite señalar, de manera preliminar, el camino histórico de una tradición que -salvo excepciones- no ha sabido superar las barreras político-intelectuales de su propio pasado, quedando encerrada en un discurso enfocado, de manera casi exclusiva, hacia cuestiones teóricas (epistemología), estéticas y culturales.

Una constelación de problemas cuya teorización no dejó de renacer en continua discusión con la filosofía burguesa más influyente del momento –de Hegel al estructuralismo–, enriqueciéndose, además, gracias a una renovada hermenéutica de los textos de Karl Marx desde ópticas de signo muy diverso6. Más allá de de esta breve caracterización, asumir los límites del marxismo occidental como punto de partida nos ofrece la oportunidad de situarnos en las fronteras de su problemática, impulsándonos a plantear un debate lejos de sus coordenadas filosóficas

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Fuente:

Youkali, Revista crítica de las artes y el pensamiento

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