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«Una teoría marxista del neoliberalismo»: Gérard Duménil y Dominique Lévy

RESUMEN

Encontramos en Marx importantes fundamentos teóricos que permiten analizar el neoliberalismo: las teorías del Estado (su relación con la estructura de clase), las de las transformaciones de las formas que reviste la propiedad de los medios de producción (la separación de la propiedad y la gestión, el capital de préstamo), y las del capital bancario como administrador del capital de préstamo. Estos marcos teóricos permiten analizar el papel del Estado en el neoliberalismo y el poder de las finanzas. Hay que añadir a esto el análisis del capital financiero de Hilferding y de Lenin. El constante aplazamiento de una superación definitiva del capitalismo forzó a los marxistas a concebir periodizaciones largas, como la teoría del capitalismo monopolista o de las ondas largas. Pero la herencia de los fundadores los deja relativamente inermes ante la sucesión del compromiso keynesiano de la posguerra y del neoliberalismo.

Palabras clave: neoliberalismo, imperialismo, Marx, Lenin, Hilferding, periodización, Estado, finanzas

1.- ¿Anacronismo? ¿Qué es el neoliberalismo?

¿Podríamos valernos para el estudio del neoliberalismo de un análisis del capitalismo de hace más de 150 años? Todo cambia y el capitalismo contemporáneo es profundamente diferente de aquél del que Marx fue testigo (en Inglaterra y, en menor medida, en Estados Unidos del siglo XIX). ¿Y qué pensar de las interpretaciones desarrolladas por Rudolf Hilferding y Vladimir Lenin a principios del siglo XX? Se nos acercan, sí, unas décadas, sin embargo aún nos separa casi un siglo de la teoría de El Capital Financiero.

Pero el tiempo no es la cuestión. Curiosamente, es mucho más fácil descifrar los rasgos característicos del capitalismo de finales del siglo XX y principios del XXI a la luz de El Capital, que de aplicar este marco analítico a los primeros decenios siguientes a la 2ª Guerra Mundial. La paradoja sólo es aparente. Se puede fechar el neoliberalismo de la transición de 1970 a 1980; él restableció con particular viveza ciertos rasgos capitalistas específicos de nuestras economías y sociedades otorgando a El Capital su evidencia. ¿De qué se trata? Hablar de restablecimiento supone que ha habido una decadencia previa. Por lo tanto tenemos que volver un poco atrás. A pesar de las características imperialistas de los años 1950 y 1960, los de las guerras coloniales y la caliente ‘guerra fría’, la posguerra dio ocasión a notables avances en los países del centro: progreso del poder adquisitivo de la gran masa de asalariados, ampliación del sistema de seguridad social, políticas favorables al empleo y avances en materia de educación y salud pública. En América Latina, modelos de desarrollo propios permitieron el mantenimiento de tasas de crecimiento del 6 y 7 %, por ejemplo, en Méjico o Brasil; en Asia, algunos países como Japón o Corea emprendieron trayectorias de crecimiento muy rápidas… Todas estas experiencias coincidieron con un retroceso de las prerrogativas e ingresos de los propietarios del capital; retroceso que estuvo acompañado de una cada vez mayor autonomía de los cuadros1, lo mismo en el ámbito de la gestión de las empresas que en el de las políticas. Los rendimientos japoneses, por ejemplo, se lograron en medio de un desprecio profundo de los intereses financieros y mediante una fuerte intervención del Estado. En el centro de este ‘modelo’ se encontraban cuadros de las empresas y de los ministerios.

Con el neoliberalismo, las clases propietarias del capital recobraron sus prerrogativas y el capitalismo,
muchos de los aspectos de la violencia que le son propios. Y esta vuelta impetuosa se realizó a menudo con maneras particularmente arrogantes y extrañas. El nuevo rumbo de las cosas se arraiga en los engranajes más profundos del modo de producción, se trate de mecanismos ya económicos ya políticos (difícilmente separables, por otra parte). La lucha de clases determina la dinámica del capitalismo, como siempre, pero ahora de manera más evidente. Y en asuntos de imperialismo, si algunas formas indudablemente han cambiado, la violencia económica, la corrupción, la subversión y la guerra están al orden del día. Para nosotros, analistas que nos reclamamos de los principios enunciados por Marx hace 150 años, ¿cómo formular esta paradoja? ¿Es el neoliberalismo o es Marx quien nos facilita la tarea? La respuesta es evidente: los dos. Y es esta extraña convergencia la que impregna este artículo.

En una brevísima síntesis podemos dar una definición sintética del nuevo orden social: el neoliberalismo es una etapa del capitalismo, la última hasta la fecha, cuyo rasgo principal es el reforzamiento del poder y de la ganancia de la clase capitalista. Una cuestión de instituciones financieras y de clase. Esta recuperación es el resultado de una entidad social híbrida que nosotros bautizamos como las finanzas. Engloba la parte superior de la clase capitalista y ‘sus’ instituciones financieras. Por esta razón podemos designar este orden social como una segunda hegemonía financiera, que hace eco a la primera (la de comienzos del siglo XX a la depresión de los años 30).

Este es nuestro marco analítico. La terminología cambia de un autor a otro, y el término ‘finanzas’ se
reserva a menudo para las instituciones financieras. Sin embargo existen muchas y fuertes convergencias entre los marxistas. Todos ponen el acento en un proceso de financiarización y la importancia de los mecanismos financieros; todos subrayan la intensificación de la explotación y la dimensión imperialista es siempre crucial. David Harvey se ha alineado ahora con la tesis que ve en el neoliberalismo el restablecimiento del poder de las clases dominantes cuyos aspectos teóricos, históricos y empíricos hemos señalado en sus publicaciones3. Pero subsisten ciertas divergencias. Conciernen a la relación entre capitalismo, mundialización y neoliberalismo (como testifica la discusión al principio de este informe).

Artículo Completo

Traducción: José Mª Fernández Criado Servicios de traducción de Red Roja

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