Tithi Bhattacharya es marxista, feminista y profesora de historia de la Universidad de Purdue, en el Estado de Indiana (EE. UU.). En 2017 editó Social Reproduction Theory. Remapping Class, Recentering Opression, libro que tiene la particularidad de proponerse como una visión marxista de la Teoría de la Reproducción Social. Aquí presentamos una charla en la que nos expone sus puntos de vista sobre las relaciones entre clase y género, las posibilidades de un feminismo anticapitalista y la búsqueda de fortalecer la clase obrera.
IdZ: En tu libro decís: “estoy proponiendo aquí tres cosas: (a) una reafirmación teórica sobre la clase trabajadora como sujeto revolucionario; (b) una más amplia definición sobre la clase trabajadora que aquella que refiere a la/os asalariadas/os; (c) una reconsideración de la lucha de clases que incluya a las luchas más allá de los salarios y las condiciones laborales”. Me gustaría organizar la entrevista en torno a esa afirmación. Primero, la idea de la clase obrera como sujeto revolucionario no es una posición muy habitual en el feminismo en general, e imagino que tampoco es generalizada en el feminismo del 99 %. ¿Qué significa la defensa de esa propuesta en el marco de los debates del feminismo en la actualidad?
Bueno, gracias por la pregunta porque considero que es muy importante. No creo que haya una contradicción entre este punto de vista del poder de la clase obrera o la potencialidad de la clase obrera para cambiar el mundo, y el feminismo del 99 %, surgido en 2016 a partir de la Huelga de Mujeres [1]. Porque nació precisamente para establecer esta idea del poder de la clase obrera. Porque particularmente en Estados Unidos y el norte de Europa, pero también en vastas regiones del mundo (yo trabajo de forma muy cercana con el feminismo de India de donde provengo), la idea de feminismo que se gestó durante el neoliberalismo fue la que construyó esta vaga figura del “empowerment”. Esa idea de “empoderamiento” evita la pregunta de quién es la que se empodera y para qué fines, esas son las preguntas que el neoliberalismo silencia. Entonces, el feminismo se volvió algo cercano a la idea de “empoderamiento” de las mujeres, lo que, en términos reales, se transformó en la idea de éxito de un sector muy pequeño de las mujeres de todo el mundo: éxito como políticas, éxito como mujeres de negocios, éxito como CEO, etc. Cuando las mujeres escalan estas posiciones y tienen éxito, eso es considerado un éxito para el feminismo. Mientras que el verdadero problema es que, para la gran mayoría de las mujeres en todo el mundo; el neoliberalismo significó un empobrecimiento absoluto de las condiciones de vida y las condiciones de trabajo. Entonces, si el feminismo quiere convertirse en una amenaza para el sexismo y la violencia capitalistas, en lugar de ser una cierva del desarrollo capitalista, entonces tiene que ser un feminismo anticapitalista. Esta forma de entender el feminismo está estrechamente ligada a la cuestión del poder de la clase obrera. Creo que hay un problema teórico y un problema político que hay que abordar. El teórico es que, durante mucho tiempo, tanto en las concepciones liberales de clase y clase obrera, como en la autopercepción de la clase trabajadora, ha habido una separación teórica entre lo que son considerados problemas de clase y lo que son cuestiones de opresión social. Las mujeres, las minorías étnicas o, más aún, las personas trans, no son vistas como miembros de una clase, entonces somos comprendidas por nuestra opresión más que por nuestra pertenencia de clase. Pienso que este es un problema que la Teoría de la Reproducción Social, como está planteado en el libro, trata de sacar a la luz. Trata de disputar que las percepciones de género, de raza, de discapacidad, etc. deben ser comprendidas como parte de la cuestión de clase y no como asuntos separados. Esa es la parte teórica. Las conclusiones estratégicas que una saca es que todas esas cuestiones son cuestiones de lucha de clases. Las luchas que desafían la opresión social, también son luchas de clases. Entonces, para mí la concepción de que la lucha de clases está limitada a luchas por aumentos salariales o luchas dentro de los lugares de trabajo, debe ser combatida. En la etapa neoliberal, las condiciones de vida empeoraron junto a las condiciones laborales. Las dos están relacionadas, de hecho la vulnerabilidad de las condiciones de vida te hace más vulnerable en el lugar de trabajo. Si no tenés seguridad migratoria, es más fácil para el patrón despedirte. O si sos mujer, también es más fácil para el jefe acosarte. Por ejemplo, en relación a la cuestión migratoria: la lucha contra cuotas migratorias (“immigration rates”) no se puede separar de la lucha por la sindicalización, porque las dos son luchas que van de la mano. Esa es la consecuencia estratégica: en el libro intentamos tener un entendimiento más integral de la clase trabajadora, que integre cuestiones de raza, género, igualdad u opresión social entendido como un todo. Leer más…