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«El ser y la consciencia»: Mijaíl Lifschitz

2. Finalmente, con la identidad de estas dos relaciones, pues la dependencia gnoseológica tiene naturaleza ontológica y lo ontológico es gnoseológico, se componen dos aristas de dos tipos de unidad de contrarios y en calidad de forma óptima está la consciencia ontognoseológica en la que se halla la visión y apercepción, y la libertad relativa de la voluntad.
3. El secreto de la consciencia. Ella constituye, en primer lugar, el lado interno del proceso material objetivo. El proceso de la consciencia escolta de por sí el curso de las cosas y si tomamos esta relación en abstracción, entonces nos queda la sustancia espinoziana con dos atributos, de los cuales el atributo del pensamiento es al mismo tiempo su propio epifenómeno, escoltado de la certeza psicológica, aspecto interno y autoconocimiento externo. Aquí lo uno y lo otro convergen y en consecuencia es como si no hubiere ningún problema. La sustancia se piensa a sí misma, el pensamiento es su autoreflejo interno. De allí, Feuerbach: lo que para mí es un acto psicológico, interno, es para otro un acto físico, objetivo. Y allí, donde tú y yo coincidimos – en la infinitud –, allí la propia sustancia, por así decirlo, sobrevive y concibe.
Pero en la infinitud, y donde ante nosotros está un acto aislado del pensamiento, el problema renace inmediata y continuamente: por un lado, el proceso fisiológico y social, del otro, su ciega toma de consciencia interna. La contradicción y aporía que surge sobre este suelo: ¿y es vuestra propia teoría el que la toma de consciencia es un epifenómeno psíquico de vuestro ser? En tal caso ¿cómo es posible?
Artículo completo en pdf: «El ser y la consciencia»: Mijaíl Lifschitz
Fuente: Edithor
Categorías: Psicología marxista, Teoría crítica acumulada
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