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«Filosofía y praxis educativa según Adolfo Sánchez Vázquez»: Samuel Arriarán Cuéllar

Resumen

En este artículo se intenta comprender la concepción pedagógica de Adolfo Sánchez Vázquez sobre todo como filosofía y praxis de la educación. Primero se revisa el origen de su concepto de praxis educativa, concepto que deriva de Marx. Luego se ejemplifica la aplicación de este concepto en  algunos procesos sociales  como el movimiento estudiantil y la reforma de la educación superior en México. También se explica el modo en que Sánchez Vázquez realizaba sus cursos y seminarios transmitiendo su teoría pedagógica directamente en la investigación y en la práctica docente en el aula. Finalmente para comprender la teoría pedagógica de este autor que no se reduce al lenguaje del aula  sino que abarca diversas situaciones históricas  de aprendizaje como la relación general entre gobernantes y gobernados, se hace una descripción de la visión de Sánchez Vázquez de la guerra, la posguerra y el exilio en México.

El origen del concepto de praxis educativa

¿En qué consiste la teoría pedagógica de Sánchez Vázquez? Hay que entender primero su concepción de la praxis educativa [1]. Esta concepción se deduce de la tesis iii de Marx sobre Feuerbach. El conocimiento adquirido por el individuo de la sociedad es un entendimiento condicionado. Aquí el educador determina, pero la praxis implica replantear la educación. Esto significa que el educador no sólo educa sino que también debe ser educado. Ello implica no reducir la praxis a un problema gnoseológico o a una cuestión puramente especulativa. El ser humano no es algo pasivo. Para Sánchez Vázquez la transformación no implica una vía simplemente teoricista [2]. Se trata de conectar con aquello que Gramsci denominaba una lucha por la hegemonía cultural, es decir, por el control de los aparatos ideológicos del Estado. ¿Y por qué la praxis educativa equivale a una práctica revolucionaria? Porque la pedagogía tiene una dimensión ideológica. Hay dominación de clase como dominación educativa y cultural. Esto quiere decir que no podemos comprender la pedagogía en abstracto sino siempre en relación con las condiciones económicas y políticas de la sociedad en que vivimos. Si se trata de desarrollar una nueva pedagogía, hay que ver sus relaciones con la clase política y los intelectuales. El papel de la escuela no se reduce a la simple reproducción de la ideología dominante. Para Sánchez Vázquez, los maestros, investigadores y estudiantes constituyen un grupo ligado a la intelectualidad orgánica, es decir, al bloque ideológico opuesto al bloque hegemónico capitalista.
¿Qué significa bloque hegemónico? La educación se relaciona con la conformación de bloques históricos. Un bloque histórico lo constituyen los grupos sociales articulados principalmente en torno de las clases sociales. En el enfrentamiento de estas clases sociales aparecen relaciones de dominación y hegemonía. Es importante recordar lo que Gramsci decía tratando de explicar la derrota de las revoluciones en los países europeos. Italia, al igual que otros países de Europa occidental, no presenta las mismas características que los países de Europa oriental, ya que tiene otros rasgos históricos. Las condiciones sociales existentes en Rusia eran diferentes de las condiciones imperantes en los países europeos. De ahí la necesidad de plantear una crítica al modelo revolucionario leninista. Dicha crítica debía diferenciar dos tipos de táctica: a) la guerra de maniobras (que sería propiamente la que corresponde a sociedades como Rusia, con poco desarrollo de la sociedad civil), y b) la guerra de posiciones (que corresponde a las sociedades occidentales con fuertes tradiciones democráticas). Mientras que la guerra de maniobras se ajusta correctamente a un proyecto de lucha revolucionaria contra un Estado fuerte (como era el caso de Rusia en 1917), en otro contexto histórico, donde predomina un Estado equilibrado (como Italia), su aplicación desembocó en una derrota política. Gramsci advirtió que la causa de la derrota de las revoluciones en Occidente se debía a la aplicación acrítica del paradigma leninista. Esto se debía a que el Estado en estos países no presentaba las mismas características que en Rusia. En Occidente el Estado no solo cumple su función tradicional de coerción física, sino que además presenta una nueva dominación de carácter ideológico y cultural. Por esta razón, Gramsci se vio obligado a desarrollar la idea de que la conquista del poder no debe darse únicamente en el enfrentamiento violento y frontal contra el Estado, sino que también puede darse en el terreno de la lucha a largo plazo, es decir, en el terreno del consenso y de la sociedad civil. Según su distinción, la sociedad política corresponde al Estado, con su función tradicional de coerción física, directa, mientras que la sociedad civil se relaciona con la esfera de la ideología y, por tanto, cumple la función de legitimar y justificar el orden social dominante. Así, para Gramsci el Estado en las sociedades de Occidente debe ser comprendido en un sentido amplio, es decir, como sociedad civil.
Ahora bien, si la sociedad civil corresponde a la esfera de la ideología, se debe plantear entonces que en las nuevas condiciones históricas del capitalismo (las que corresponden a la globalización), toda revolución política deberá ir acompañada de una revolución educativa. En la medida que el Estado capitalista desarrolla su función ideológica a través de la sociedad civil (Iglesia, familia, escuela, medios de comunicación), cumple con la tarea de difundir e imponer una conciencia enajenada que coloca al ciudadano común bajo la hegemonía burguesa. Por ello es necesario transformar esa conciencia dando una batalla en el terreno de la praxis educativa por la hegemonía.
Sánchez Vázquez ha subrayado que la problemática política de los países latinoamericanos se ubica más en la de los países que Gramsci denomina de Occidente. Por esta razón debemos tener cuidado para no hacer una interpretación política errónea. También nos ha insistido que no se trata sólo de interpretar bien sino de transformar la realidad. La praxis educativa no puede plantearse de esta manera (en términos teoricistas), ello implica concebir la educación como una isla separada de la sociedad. La praxis educativa, para ser coherente, tiene que plantearse primero la transformación del Estado. La praxis tampoco se identifica con las ideas tradicionales de práctica. Por más que en el campo educativo haya muchos autores que critican la formación docente como formación teoricista (como Carr y Kemis), sin embargo no llegan a vislumbrar el concepto de la praxis como transformación política y social. Para estos autores la pedagogía se reduce a “modos de hacer” y comportarse individual y “eficientemente” en el aula. El problema es que no rompe con el mundo de la producción donde se desarrolla la enajenación. Al reducir la práctica a lo que ocurre empíricamente en la escuela, no se comprende que la praxis incluye la vida cotidiana y el mundo de las mercancías que producen dicha enajenación. Para Sánchez Vázquez la praxis es una forma de superar la enajenación mediante la creación de otra realidad. Esto significa concebirla como actividad orientada al cambio social. La praxis no es práctica en el sentido de cualquier acción empirista sino como transformación del Estado.
Fuente: RIES
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