Resumen
El presente trabajo analiza la acumulación de capital en Argentina durante el último siglo. A lo largo del mismo se observa un sostenido descenso de la tasa de ganancia, explicado principalmente por el crecimiento de la composición del capital y la tendencia a la sobreacumulación relativa de capital. Se presenta, tanto para la tasa de ganancia como para la composición de valor del capital, un análisis de la evolución de sus principales componentes. En el marco de una tendencia a la sobreacumulación de capital fijo respecto al valor agregado, la participación de las ganancias en el producto muestra una tendencia descendente debido al incremento tendencial del consumo de capital fijo y los impuestos netos y, hasta la última dictadura, de la participación asalariada.
Palabras clave
Argentina; Acumulación de capital; Distribución funcional; Tasa de ganancia; Composición del capital
Introducción
Históricamente en Argentina la mayoría de los análisis se han realizado en el marco analítico ya sea de las corrientes de pensamiento liberales (Díaz Alejandro, 1970; Gerchunoff y Llach, 2005), o de las corrientes más relacionadas con el desarrollismo y el estructuralismo (Basualdo, 2006; Ferrer, 2012). No obstante, han existido algunos autores centrados en comprender su historia y desarrollo desde el punto de vista de la economía política marxista (Peña, 2012; Iñigo Carrera, 2007). El presente artículo tiene como objetivo realizar un aporte en ese sentido, complementando en parte lo realizado en un trabajo anterior (Maito, 2013).
A pesar de un sentido común anclado en cierta relación establecida entre producción agrícola y modos de producción precapitalistas, Argentina es uno de los países periféricos donde más rápidamente la producción capitalista alcanzó un nivel hegemónico. Su agresiva inserción en el mercado mundial durante el último tercio del siglo XIX se basó en la producción de mercancías agrarias (Arceo, 2003; Iñigo Carrera, 2007, Barsky y Djenderedjian, 2003). Las excepcionales condiciones naturales para la producción de bienes agropecuarios típicos de los países centrales de clima templado, junto con el aporte de capitales criollos y extranjeros, fomentaron la producción masiva para el mercado mundial. La llegada de millones de inmigrantes europeos al campo y las ciudades implicó una enorme preponderancia relativa del trabajo asalariado, incluso en niveles mayores a los de muchos países de Europa Occidental. En efecto, aquella gran corriente migratoria puede también entenderse como impulsada por altas perspectivas de rentabilidad que promovía la acumulación de capital en una magnitud que superaba la disponibilidad de fuerza trabajo criolla (Vazquez-Presedo, 1979).
Más allá de especificidades nacionales propias, una notable relevancia del capital productor de mercancías agrarias, la Argentina del siglo XX ha sido un país plenamente capitalista, en el que el modo de producción se erigió en hegemónico y la acumulación de capital subsumió el desarrollo social e histórico del país. Esta característica implicaría que Argentina, durante todo el período en cuestión, ha sido un país en el que las leyes propias del régimen de producción capitalista se han desarrollado, y por lo tanto sería posible una lectura a la
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