Inicio > ¿Qué leer?, Filosofía marxista, Teoría crítica acumulada > «Dialéctica. 40 años de pensamiento crítico»: Jaime Ortega Reyna

«Dialéctica. 40 años de pensamiento crítico»: Jaime Ortega Reyna

dialc3a9ctica-portadaVarios aniversarios se cumplen en 2016 en el campo de la producción intelectual identificada con el plural mundo de “la izquierda”. Señalamos en una intervención anterior el 30 aniversario de la aparición de El Discurso Crítico de Marx, obra de Bolívar Echeverría. Otras y otros autores han señalado el centenario de la crucial obra de Lenin, El Imperialismo, fase superior del capitalismo. Ambas obras merecerían de por sí largos y precisos comentarios, tanto por su contenido cómo por su influencia.  En esta ocasión queremos no sólo recordar la aparición, sino celebrar la persistencia de un esfuerzo intelectual crucial para el pensamiento crítico, democrático y de izquierda en México. Se trata de los cuarenta años de la revista Dialéctica, la única revista de corte académico-político que pervive de la agitada década de los setenta —todas las que la acompañaron en algún momento terminaron por desaparecer: Cuadernos Políticos, Historia y Sociedad y en un registro más militante Coyoacán (Carlos Illades dio ya un primer acercamiento a ellas en su La inteligencia rebelde).

Cada una de sus distintas etapas representa una síntesis de las desventuras del pensamiento crítico (particularmente marxista) en un país cómo México. Nacida al calor de la poderosa presencia del Partido Comunista Mexicano en la entonces Universidad Autónoma de Puebla (UAP), Dialéctica vio a la luz su primer número en julio de 1976 con un comité de dirección compuesto por Gabriel Vargas Lozano, Juan Mora Rubio y Oscar Walker. Aquel comité cambió a lo largo de sus años y se combinó con un comité editorial muy amplio que abrevó de grandes personalidades del mundo intelectual.

Se puede considerar, sin ninguna pretensión de competencia, que Dialéctica se encuentra entre las más destacadas publicaciones a nivel mundial sobre pensamiento crítico y marxista; y también sus páginas fortalecen de manera contundente el archivo del marxismo producido y leído desde América Latina.

Existen modos diversos de enfocar a Dialéctica. Hacemos algunas consideraciones que puedan servir para alentar un (necesario y hoy ausente) trabajo a propósito de ella. En primer lugar, Dialéctica fue un espacio de producción para el marxismo producido desde México. Por sus páginas desfilaron los  trabajos de autores como Adolfo Sánchez Vázquez, Carlos Pereyra, Gabriel Vargas Lozano, Cesáreo Morales, Dora Kanoussi, Javier Mena, Pablo González Casanova, por mencionar sólo algunos nombres. En segundo lugar, Dialéctica fue un espacio de circulación de los más importantes autores marxistas de Europa central y también de Europa del este: de Jacques Bidet a Adam Schaff, de Louis Althusser a Umberto Cerroni, de Lucio Colleti a Michel Foucault, clara muestra de una publicación plural que recogía los distintos caudales por los que recorría el pensamiento crítico. En tercer lugar, Dialéctica fue un espacio de producción y circulación de personajes ligados a los exilios latinoamericanos; importantes obras de Oscar Terán, Oscar del Barco, Gérard Pierre Charles, Bolívar Echeverría, Oscar Correas, René Zavaleta, Zaira Rodríguez encontraron un medio de difusión importante en las páginas de la revista. En cuarto lugar, la revista funge como un verdadero registro histórico de los dilemas de la influencia comunista en la UAP: atravesada por contradicciones propias de los partidos, pero también por conflictos universitarios con los sectores de la sociedad y gubernamentales más conservadores, es notorio en sus páginas la toma de postura por salidas siempre democráticas a dichos conflictos. Finalmente, Dialéctica es verdadera expresión de la riqueza del marxismo cultivado de la época, ello en dos sentidos, primero el de la recuperación-traducción de textos  y autores clave (Lukács y Althusser son sólo los más conocidos), pero sobre todo al ser vitrina de las múltiples posibilidades de entender el marxismo: casi no existió discusión que no pasara por sus páginas.

Aquella primera época de la revista se encuentra digitalizada y es de fácil consulta. De todos los números quizá uno de los que signifiquen la relevancia del pensamiento marxista en México es el número doble (14 y 15) fechado entre  finales de 1983 y principios de 1984. Aquel número muestra en la portada a Marx y tras él el Palacio de Bellas Artes. La imagen aludía al Homenaje al Centenario del nacimiento de Marx que se había realizado en aquel recinto, inimaginable hoy ante la pobreza de los burócratas de la cultura encaramados hoy en una dudosa “Secretaría de cultura”. Aquel homenaje había sido el resultado de un largo proceso de organización que incluía un comité amplio que, según recuerda Gabriel Vargas Lozano, tuvo también sus contradicciones y disputas internas y que reunió a personalidades de la cultura: era un esfuerzo político, cultural y social. Era reclamar el derecho de existencia en la “cultura” de un pensamiento que había cimbrado al mundo y había permitido una revolución teórica prácticamente en todos los campos de estudio sobre la sociedad; era también la ventana de miles de personas que se adherían a una perspectiva de cambio.

Hoy Dialéctica está viva y goza de buena salud. Su cuarenta aniversario toma al país en una situación muy distinta a la del origen de la revista. Lo toma atravesado por la lógica neoliberal des-nacionalizadora, una crisis estatal de dimensiones poco imaginables en la época del autoritarismo priista y en medio de una tragedia social que ha desgarrado los tejidos más íntimos de nuestro pueblo y sus comunidades. A cargo de Vargas Lozano (infatigable difusor del pensamiento crítico y un defensor a ultranza de la necesidad de la filosofía para la vida misma)  y Roberto Hernández Oramas, Dialéctica merece que volteemos a ella, que le demos un nuevo y colectivo impulso. Lo merece por una situación urgente y necesaria: el pensamiento crítico tiene que estar a la altura que demanda nuestra maltrecha nación. La revista se sobrepuso al golpe terrible de la caída del muro de Berlín, al desencanto de los ex marxistas vueltos (neo) liberales, al cierre de espacios editoriales y al descrédito de un pensamiento que dejó de ser referencia obligada (“horizonte insuperable de la época”) y fue sentado en el banquillo de los acusados. Aunque con muchos matices, podemos contrastar las palabras de Bolívar Echeverría cuando hablaba del cierre del espacio de Cuadernos Políticos como cierre de una época del pensamiento que reclamaba otras formas de expresión y la insistencia de continuar con Dialéctica como una necesidad aún más radical en tiempos en los que el capitalismo pasaba por encima de todos. Esa persistencia es un gesto que tenemos que valorar en toda su amplitud.

La buena salud de Dialéctica nos conviene a todos, que los cuarenta años sean motivo de trabajo y reflexión.

Fuente: El presente del pasado 2.0

  1. No hay comentarios aún.
  1. No trackbacks yet.

Deja un comentario