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Prólogo e Introducción de «La Dictadura del Videoclip. Industria musical y sueños prefabricados»: Jon E. Illescas

9788416288557Dedicado a todos los músicos que aun ganándose la vida en este mundo
imperfecto, saben que tanto la música, como la melodía de la dignidad
humana, no tienen precio.

Prólogo

¿Por qué realizar un libro sobre los videoclips y su influencia ideológica? ¿Qué tienen de particular estas desenfadadas producciones audiovisuales? ¿Acaso no son simplemente eso, alegres anuncios para la promoción de los artistas y sus canciones? ¿Qué tienen que ver con la ideología y la política? ¿Nos hemos vuelto locos realizando un imposible ejercicio de literatura conspiranoica? Hagamos dos flashbacks para contextualizar la respuesta.

15 de julio de 2012. Una fecha histórica. Ese día tuvo lugar un acontecimiento que marcaría un antes y un después en la historia de la cultura popular. Ciertamente lo que sucedió esa mañana de verano no apareció en los periódicos ni en los avances informativos de la televisión, no tuvo eco en el New York Times ni El País, tampoco en la CNN, la BBC o Al-Jazeera. Nadie lo esperaba, pero pasado un tiempo todos esos poderosos medios dedicarían amplios reportajes al fenómeno de masas que acababa de nacer. Ese domingo de julio fue el día en que la discográfica surcoreana YG subió a su canal oficial de YouTube el que pronto se convertiría en el vídeo más visto de todos los tiempos. Superando por goleada antiguos hitos de Justin Bieber, Madonna o Michael Jackson. Por su -puesto, se trata de Gangnam Style del artista PSY, conocido popularmente como “el del baile del caballito”. Aquel interpretado por un peculiar cantante oriental que ocultaba su mirada tras unas gafas de sol negras marfil. Aquel que embutido en un estrafalario traje azul recorría los barrios pijos de Seúl mientras pegando saltos a modo de jinete (sin caballo) perseguía a mujeres ligeras de ropa. Ya saben, la “alta cultura” a la que nos tienen acostumbrados los grandes medios.

Mientras escribo estas líneas el citado vídeo musical acumula un total de más de 2.400 millones de visualizaciones sólo en su cuenta oficial, a 30 de octubre de 2015. Un público semejante a la suma de todos los habitantes de China, la Unión Europea, Es tados Unidos, Rusia y Japón. A los más de dos mil millones de Gangnam Style habría que sumar el medio millón de vídeos que la propia YouTube certifica se han realizado basándose en esta popular producción.

Es necesario volver a repetirlo, ahora en cifras, para despejar al lector cualquier posible sospecha de errata. No menos de 500.000 propietarios de cuentas de todo el mundo subieron sus propios videoclips basándose en el vídeo oficial de Gangnam Style. Esto sería igual a decir que todo habitante de Mánchester o de Lisboa hubiera hecho su propia versión del popular vídeo y lo hubiera colgado en la red. Incluidos niños y ancianos. Todos bailando al ritmo de los sintéticos compases del extravagante artista surcoreano.

Entre la multitud de parodias y traducciones a los más diversos idiomas que se han realizado allende las fronteras por empresas o usuarios amateurs, las hay de procedencias tan diversas como Brasil, India, Argelia o España, desde el Oppa Cai Shen Dao-Gangnam Style Chinese (la versión del año nuevo chino) hasta el Murcianico Style. Desde versiones eróticas interpretadas por bailarinas brasileñas hasta parodias interpretadas por soldados estadounidenses en Afganistán. Así es como el videoclip de la superestrella surcoreana fue número uno en decenas de países, desde Estados Unidos a la India, pasando por Grecia, Italia, Francia, España, México, Brasil o Venezuela, por citar sólo algunos de ellos.

Ahora retomemos nuestro viaje en el tiempo. Vayámonos ligeramente más atrás, pero sin salir del mismo año. Pero cambiemos de ubicación geográfica, desplacémonos desde Corea del Sur a los Estados Unidos. Más concretamente desde Seúl a Virginia. En el condado de Arlington junto al mítico río Potomac, en las imponentes oficinas del Pentágono, a algún funcionario se le ha ocurrido la brillante idea de utilizar a una famosa cantante para realizar un vídeo musical que difunda los intereses geoestratégicos del gobierno de Estados Unidos entre la  juventud. La artista elegida es Katy Perry. Ésta no es una mujer cualquiera, es la estrella del pop más famosa de Estados Unidos y la personalidad con la cuenta de Twitter con más seguidores del mundo entero, por encima del propio Barak Obama. Dicho y hecho, cuando se trata del Pentágono no hay trecho. El 16 de febrero de 2012 comienza el rodaje del videoclip en la base de los marines en Penleton (California) y el 21 de marzo, Universal, la discográfica más im portante del mundo propiedad del gigante mediático francés Vivendi, estrena en la cuenta oficial de Perry el vídeo. Se titula Part of Me y está dirigido por el reputado director Ben Mor, especialista en grabar con superestrellas co mo Pit bull, Britney Spears o Black Eyed Peas. Objetivo del Departamento de De fensa: 1) fomentar el alistamiento de chicas de clase trabajadora en el cuer po de los Marines y 2) propagar la imagen del gigante norteamericanocomo gendarme planetario en las cabezas de todos los seguidores internacionales de la popular cantante.

Llegados a este punto podríamos preguntarnos qué ha ocurrido con el formato videoclip desde que Michael Jackson saliera por la MTV asustando a su no via y bailando con zombis en Thriller, allá por el año 1983. ¿Qué ha sucedido con ese divertido e intrascendente formato de la cultura pop que mostró al mundo los pronunciados escotes de Madonna, las fálicas guitarras de Prince o las melenas al viento de Bon Jovi? ¿Qué tendrán los vídeos actuales que incluso el Pentágono se esfuerza por insertar su propaganda en ellos?

En el presente el videoclip se ha transformado en la mercancía cultural más consumida por la juventud global, por encima de los bestsellers de la literatura juvenil, los videojuegos, los programas de TV o el cine de Hollywood. A la aparente gratuidad de su consumo, hay que sumar su inmediatez, la brevedad del metraje y el encantamiento que produce en los jóvenes dada su irresistible mezcla de música, sexo y espectáculo. Así el vídeo musical funciona no sólo como publicidad para los artistas sino (sobre todo) como el cebo que atrae la atención del joven público, para que una vez frente a la pantalla, esa atención sea transformada en mercancía que venden las empresas propietarias (Universal, Sony, Warner, etc.) y difusoras YouTube, Daily Motion, Vevo, etc.) a las empresas anunciantes (Coca-Cola, Adidas, Apple, etc.).

Algunos piensan erróneamente que el vídeo musical murió cuando la popular MTV dejó de ser su principal canal de difusión. Al contrario, resucitó con más fuerza que nunca en el mundo online. En Internet las posibilidades de medición del consumo de los espectadores de vídeos musicales, con los populares cookies que las empresas instalan en nuestros sistemas, han aumentado exponencialmente con respecto al mundo offline. O lo que es lo mismo, es el formato audiovisual que mejor garantiza la transformación del público adolescente en consumidores de otros productos.

Jamás el vídeo musical había sido consumido por un público tan numeroso ni tan internacional como en nuestros días. Las estrellas de la música con sus vídeos influyen poderosamente en los valores y la ideología de los jóvenes. Marcan su estilo de vida, moldeando sus prioridades, sus objetivos y sus sueños.

Pero también ayudan a potenciar las fobias y a decidir lo que queda fuera de sus intereses mediante la producción del silencio comunicativo. Y por toda esa capacidad de influir en la juventud internacional el videoclip reclama la atención del poder económico y político por igual.

De este modo, el libro que tiene en sus manos se propone analizar este popular formato como vehículo de reproducción ideológica y de construcción de consenso político sin olvidar su fundamento comercial. Examinaremos el videoclip dominante como resultado de la lógica económica de la industria musical que la produce y como producto de la lógica política de la clase que controla su  producción. Para ello señalaremos sus conexiones económicas y políticas más allá de la industria musical o el conjunto de la industria cultural. Lo que nos llevará a terrenos donde se conectan todos los poderes capitalistas, como son la política de Estado, los servicios secretos o el mundo del narcotráfico.

En este sentido, responderemos preguntas como: ¿Afecta la crisis económica global desatada en 2007 a las multinacionales discográficas en claro desarrollo oligopólico y éstas, a su vez, en la forma y el contenido de los vídeos? ¿Por qué hay tan pocos videoclips que en su mensaje se comprometan con el mundo que nos rodea, que hablen de la crisis, las desigualdades, el hambre o el cambio climático?

¿Existe algún interés político o de clase para realizar un tipo de videoclips y no otros? ¿El origen ilícito de algunos capitales de la industria musical modifica el contenido de los vídeos? En definitiva: ¿Qué dependencias existen entre el modo de producción capitalista (la base económica) y los vídeos musicales (la superestructura)?

Con este libro espero responder en la medida de mis posibilidades a éstas y otras preguntas derivadas. Porque ciertamente he de señalar las numerosas dificultades y el secretismo que me encontré a la hora de entrevistar y obtener información de los profesionales del sector, en especial de aquellos que trabajaban dentro de las discográficas más importantes. Por eso desde aquí me gustaría agradecer con especial afecto a todos aquellos que dentro de la industria de la música colaboraron con la investigación con el único propósito de hacer avanzar el conocimiento para mejorar el maltrecho planeta donde vivimos.

Porque en un mundo gobernado por la mentira, que no sólo encontramos en la gran mayoría de la política o la contabilidad de las grandes empresas sino que ensucia nuestro día a día marcado por una sociedad donde la competencia y el afán de lucro son la lógica ganadora de las relaciones personales, la verdad siempre es revolucionaria. Mucho más si con un poco de esfuerzo, solidaridad y valentía, decidimos compartirla construyendo una sociedad superior donde la sinceridad deje de ser la excepción y se transforme en compañera habitual de nuestra vida pública.

Por último, cabe señalar que el ejemplar que sostiene es fruto de una larga investigación que tuvo su concreción académica en la tesis doctoral Industrias culturales y juventud en el sistema-mundo. El videoclip mainstream como  mercancía y como reproductor de ideología (2014) dirigida por Juan Antonio Ríos Carratalá y por Ángeles Diez Rodríguez, el primero como catedrático de la Universidad de Alicante y, la segunda, como profesora de la Universidad Compluten se de Madrid.

Prólogo e Introducción  Completo a La dictadura del videoclip en PDF

El equipo de Marxismo Crítico quiere expresar su agradecimiento a Jon E. Illescas y la editorial del Viejo Topo por permitirnos socializar el Prólogo y la Introducción de esta magnífica novedad editorial

9788416288557

Jon E. Illescas

Editorial El Viejo Topo

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Libro

La dictadura del videoclip. Industria musical y sueños prefabricados.

Jon E. Illescas

El videoclip es hoy el producto cultural más consumido por los jóvenes, por encima de libros, películas, videojuegos o programas de TV. ¿Qué valores estamos transmitiendo?

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Tomando como análisis los 500 vídeos más vistos en YouTube, Jon E. Illescas expone las constantes y las ausencias más notables de este nuevo contenido audiovisual que condiciona la vida de millones de jóvenes en todo el mundo. El libro, que narra de forma crítica la biografía de las 20 estrellas más importantes del pop señalando controvertidos aspectos de su camino hacia el poder, expone las conexiones ocultas entre las estrellas del pop, la industria cultural, el narcotráfico, la alta política y el capitalismo global. Porqué, ¿cómo acabó Katy Perry trabajando para el Pentágono o Shakira para el presidente de los EE.UU.? ¿Cómo se ponen “de moda” las canciones que todos cantamos y conocemos? ¿Qué relación hay entre videoclips y falta de conciencia crítica de gran parte de la juventud?

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La dictadura del videoclip es una obra multidisciplinar que quiere analizar, desde un punto de vista no tratado aun, la propiedad y el funcionamiento de las grandes empresas que crean la música de masas, pero que, además, se propone desvelar cómo la élite de la clase dominante reproduce en los jóvenes valores e ideologías funcionales para renovar su poder. Un libro explosivo que de un modo sumamente entretenido, con mucho sentido del humor y de una claridad explosiva, profundidad teórica y rigor científico. Una obra original que no se parece a nada de lo que se ha leído hasta la fecha sobre el tema y que resultará imprescindible, no sólo para quienes busquen entender críticamente la producción del pop actual, sino también para aquellos activistas o educadores interesados en construir un mundo mejor.

 

Qué dice la prensa:

Para todos los centros de secundaria, y también tal vez para las universidades, hay un libro que merece ser comentado, analizado y discutido. Con un capítulo por trimestre bastaría: La dictadura del videoclip, de Jon E. Illescas, un joven investigador. Lo publica El Viejo Topo. Podrán ver el tipo de videoclips que suelen ver nuestros jóvenes. – Rosa Guevara Landa para Rebelión (15/01/2016)

Sexo, drogas y pop: la dictadura del videoclip en la era YouTube – Carlos Garsán para CulturPlaza (01/2016)

Encara pensem que els videoclips són només publicitat per a la promoció dels artistes i dels seus temes musicals? O són, més aviat, una de les eines més persuasives de les que disposa la indústria discogràfica?FEM Girona

Así nos lava la mente la dictadura del videoclip – David Becerra, para El Confidencial (29/01/2016)

Éstos son los peligros de los videoclips. Las estrellas moldean las prioridades y objetivos de sus jóvenes pero también sus fobias y lo que quera fuera de sus intereses. – Juanjo Payá para La Opinión (26/12/2016)

– See more at: http://www.elviejotopo.com/

Descripción

¿Cómo acabó Katy Perry trabajando para el Pentágono y Shakira para el presidente de los Estados Unidos? ¿Por qué hay tan pocos artistas comprometidos en plena crisis? ¿Cómo se ponen “de moda” las canciones que todos conocemos? ¿Qué relación hay entre los videoclips y la falta de conciencia crítica de gran parte de la juventud? En esta obra multidisciplinar se exponen las conexiones ocultas entre las estrellas del pop, la industria cultural, el narcotráfico, la alta política y el capitalismo global. Analizando la propiedad y el funcionamiento de las grandes empresas que crean la música de masas, se desvela cómo la élite de la clase dominante reproduce en los jóvenes valores e ideologías funcionales para renovar su poder.

Con la difusión de Internet, el videoclip se ha transformado en el producto cultural más consumido por la juventud internacional, por encima de libros, películas, videojuegos o programas de TV. En base al análisis de los 500 vídeos más vistos en YouTube, se exponen las constantes y las ausencias más notables del contenido de este flujo audiovisual que condiciona la vida de millones de jóvenes. Además, el libro narra la biografía crítica de las 20 estrellas más importantes del pop señalando controvertidos aspectos de su camino hacia el poder. También analiza la música que nada a contracorriente, exponiendo la censura que enfrenta y esbozando sus posibilidades futuras.

Un libro explosivo que, de un modo sumamente entretenido y con sentido del humor, reúne claridad expositiva, profundidad teórica y rigor científico. Una obra original que no se parece a nada de lo que haya leído y que resultará imprescindible no sólo para quien busque entender críticamente la producción del pop actual, sino también para aquellos activistas o educadores interesados en construir un mundo mejor.

Ficha técnica

Número de páginas 608
Formato 17 x 23,5
ISBN 9788416288557

 

  1. Elena Escudero
    10/06/2016 a las 19:22

    Interesante tesis, análisis rotundo sobre cómo nos comen el coco con el sexo, el dinero, etc. Los videos elegidos son casi los peores de la industria, aunque se salve el Thriller del insoportable Michael Jackson.
    Se juega con los videos más comerciales de estrellas estadounidenses y no hay casi ninguna referencia, por no decir, ni una, de videos españoles, italianos, franceses, aunque sí británicos y muy poca historia del videoclip.
    El libro está bien documentado, pero es como si se hubiera escrito un tratado sobre la comida del siglo XXI haciendo publicidad indirecta de la food-trash.

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