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«Henri Lefebvre y la revolución de la vida cotidiana, la ciudad y el Estado»: Kanishka Goonewardena

9782070352166Resumen: Buena parte de las influyentes lecturas de Henri Lefebvre desarrolladas en el mundo anglosajón han sido parciales y han reflejado de forma invariable preocupaciones meramente disciplinares y académicas o las modas intelectuales dominantes en un determinado período; es el caso de la crítica de la economía política de su pensamiento urbano a principios de los 70 o la lectura geográfico-postmoderna de La producción del espacio a partir de los años 80, que aún persiste en un ‘Tercer Espacio’. El resultado es que muchos Lefebvres viven hoy con nosotros, veinte años después de su muerte, incluido un Lefebvre liberal-demócrata responsable de las interpretaciones más edulcoradas del ‘Derecho a la Ciudad’, completamente afines al status quo. Argumentando contra estas lecturas des-radicalizadoras, el presente ensayo intenta revivir el espíritu revolucionario de su trabajo sobre las ciudades, la urbanización y el espacio, no a través de una exploración histórico-intelectual al uso de toda su obra, y no sin someterlo al juicio crítico allí donde sea necesario, sino recuperando el sentido del animal político radical y el espíritu anti-filosófico que Lefebvre fue. Mostramos aquí, sin concesiones, a un Lefebvre humanista y marxista heterodoxo a través de una exégesis crítica de los conceptos con los que contribuyó más originalmente al marxismo y con los cuales teorizó lo urbano: vida cotidiana, Estado y totalidad.

Palabras clave: Urbanización, revolución, marxismo, vida cotidiana, Estado, totalidad.

Abstract: Many of the influential readings of Henri Lefebvre in the Anglo-American world have been partial and invariably refracted through prevailing intellectual fashions and academic-disciplinary preoccupations, such as the political-economic critique of his urban thought in the early 1970s and the postmodern-geographical reading of The Production of Space from the 1980s onwards, which still lingers on in ‘Third Space’. Consequently, many Lefebvres are alive with us today, twenty years after his death, including a liberal-democratic one that is responsible for the mildest interpretations of ‘The Right to the City’ amenable to the status-quo. Arguing against such de-radicalizing readings, this essay attempts to revive the revolutionary spirit of his work on cities, urbanization and space, not by way of a traditional intellectual-historical survey of the entirety of his oeuvre, and not without subjecting him to critique wherever necessary, but by recovering a sense of the radical political animal and anti-philosophical spirit that was Lefebvre. Here Lefebvre appears without apologies as a humanist and heterodox Marxist, along with critical exegeses of those concepts he contributed most originally to Marxism, and with which he theorized the urban: everyday life, state and totality.

Keywords: Urbanization, Revolution, Marxism, Everyday Life, State, Totality

Changer la ville, changer la vie!
Henri Lefebvre

Kanishka Goonewardena¿Qué Derecho a la Ciudad?
Ahora somos todos seguidores de Lefebvre, si a esto se le puede llamar serlo. Porque se ha reivindicado a Lefebvre con distintos fines desde colectivos muy variados, incluyendo a marxistas, heideggarianos y nietscheanos, así como anarquistas, postmodernos y liberales de variadas denominaciones. Su nombre es invocado de forma sistemática en los debates sobre la vida cotidiana, las políticas urbanas y la teoría del Estado, a la vez que determinados aspectos de su obra aparecen en la vanguardia de distintas disciplinas académicas desde la sociología a la arquitectura, desde la geografía a los estudios culturales —aunque curiosamente, no tanto en filosofía, la disciplina con la que estuvo más sistemática y críticamente comprometido. Sin embargo es poco probable que esta enorme variedad de apropiaciones de su obra hubiera gustado mucho a Lefebvre. Un buen ejemplo es la reciente popularidad del concepto ‘Derecho a la Ciudad’, que actualmente es un lugar común en el mundo de los estudios urbanos, el planeamiento y la arquitectura —invocado tanto por David Harvey como por el Banco Mundial, con intenciones radicalmente divergentes. Como es imposible estar de acuerdo simultáneamente con el Banco Mundial y David Harvey, nos debemos preguntar: ¿cómo ha podido el Banco Mundial domesticar el Derecho a la Ciudad en un marco de democracia (neo)liberal, cuando de hecho el programa político específico de Lefebvre, expresado en este eslogan hoy tan popular, era sencillamente cambiar la ciudad para cambiar el mundo (changer la ville, changer la vie!)? Ha sido posible despolitizar el Derecho a la Ciudad y olvidarse de cambiar el mundo —al igual que ha sido posible dar una nueva imagen al concepto hegeliano-marxista de sociedad civil entendido en términos de lucha social, transformándolo en instrumento técnico para la vanguardia del ‘desarrollo’ neoliberal (ONGs), o transformar la concepción anarco-socialista de democracia radical devenida en manual de formación en ‘participación’ y ‘resolución de conflictos’—equiparando una noción descafeinada del ‘derecho a la ciudad’ con una respetable lista de derechos liberales que han coexistido con el capitalismo más o menos pacíficamente desde las Guerras Mundiales. Si somos capaces de leer los trabajos que realizó Lefebvre sobre el espacio, relacionándolos con el resto de su obra —especialmente con sus contribuciones a la comprensión de la vida cotidiana y ‘lo global’ (Estado y capital) como niveles de la realidad social condicionados por lo urbano— advertiremos el engreimiento y oportunismo del ‘derecho a la ciudad’ democrático-liberal como lo advertimos en otros derechos, incluyendo el derecho a bombardear ciudades en nombre de los ‘derechos humanos’. Aproximándonos a Lefebvre de una forma holística, vemos, veinte años después de su muerte, cómo Lefebvre argüiría que algunos más que usar sus ideas han abusado de ellas y dejaría claro por qué no es amigo de todos, ni puede justificar cualquier ideología.

La obra de Lefebvre

Para ser justos con los múltiples seguidores del Derecho a la Ciudad y con sus muy distintas interpretaciones de esta obra, se debe reconocer que comprender a su autor no es tarea fácil. Durante un periodo de más de seis décadas Lefebvre escribió unos setenta libros y un número incluso mayor de ensayos cortos sobre una impresionante variedad de temas. De hecho, se puede afirmar que estuvo profundamente comprometido en todos los grandes debates de la vida política e intelectual francesa del siglo XX, y que hizo contribuciones originales a alguno de ellos — primero durante las tres décadas en las que formó parte del Partido Comunista Francés (PCF) (1928-1958) y después durante otras tres fuera de él (1958-1990). En este empeño Lefebvre podría presumir de haber divulgado el marxismo en Francia, de haber desarrollado los conceptos de ‘vida cotidiana’ y Sociedad Burocrática del Consumo Controlado, de haber examinado la lingüística, analizado el psicoanálisis, dado clases de música, teorizado sobre el espacio, propuesto la autogestión y el Derecho a la Ciudad, y estudiado el tiempo — mientras también daba a conocer sus puntos de vista sobre los temas dominantes del pensamiento francés, a través de polémicos análisis del surrealismo, el existencialismo, el estructuralismo, el postestructuralismo y de los así llamados finales de la ideología y de la historia. Lefebvre fue un pensador prolífico, ecléctico y original, sin duda, pero no siempre conciso o sistemático. Como escritor fue en algunos momentos brillante y lúcido, pero a menudo también peripatético e incómodo de leer en la vertiente escrita de su conocimiento político-filosófico. Lefebvre requiere una prolongada capacidad de atención, y una comprensión global, que no se encuentran en abundancia en la academia anglo-americana acostumbrada a la lectura de capítulos y artículos más que de libros y obras completas. No es sorprendente que la mayor parte de lecturas de Lefebvre, en particular dentro de las disciplinas espaciales, sigan siendo parciales y que las apreciaciones holísticas de su obra sean raras.

Política Revolucionaria

Aquí radica un problema, especialmente para los estudios urbanos, que no se debería ni obviar ni atribuir únicamente al estilo idiosincrásico de Lefebvre y al amplio alcance de sus obras. A lo largo de su vasta y voluminosa producción literaria, es posible percibir una notable consistencia, tanto metodológica como política, en todos los temas sobre los que escribió. Lo que permanece invariable en Lefebvre a través de todas las vicisitudes políticas del último siglo, es sobre todo su compromiso con un marxismo humanista y anarquista, severamente crítico con las tendencias economicistas y burocráticas tanto del PCF, como de los socialismos reales de los países miembros del Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAME), y firmemente orientado hacia la revolución. Sin embargo esta parte esencial de la obra de Lefebvre —marxismo y revolución— aún no se ha hecho constar con suficiente claridad en una academia anglo-americana deslumbrada por el postmodernismo de los años 80 y 90, coyuntura en la que los lectores de habla inglesa comenzaron a conocer algunas partes de su trabajo mediante traducciones y referencias. Con anterioridad a ésta, la atención que la incipiente corriente de economía política urbana de los 70 dedicó a Lefebvre tampoco ayudó mucho en este sentido, dado su punto de vista político-económico, que en retrospectiva parece un marco de referencia más limitado que el que aporta la propia investigación de Lefebvre sobre producción del espacio. Al igual que el marxismo no se puede reducir a la economía política precisamente porque incorpora una crítica radical de la economía política, el concepto de producción del espacio de Lefebvre es más amplio que cualquier economía política del espacio, y a la vez incorpora una crítica fundamental a ésta: una crítica del papel que juegan tanto el capital como el Estado en la creación del espacio. Sin embargo, gracias a los esfuerzos recientes por comprender la totalidad del pensamiento de Lefebvre, actualmente es posible no sólo insistir en los temas recurrentes de su fascinante trayectoria intelectual y política, sino también apreciar sus contribuciones a la comprensión del marxismo y la revolución, sin los cuales cualquier intento de apropiarse de su pensamiento urbano quedaría empobrecido sustancialmente.

Marxismo heterodoxo

Adaptando una célebre frase de Jean-Paul Sartre, se puede decir que Lefebvre fue sin duda un filósofo marxista iconoclasta del siglo XX, pero también que no todos los filósofos marxistas iconoclastas del siglo XX fueron Lefebvre. De hecho, las diferencias y similitudes entre Lefebvre y otros exponentes destacados del marxismo en la Europa contemporánea ayudan a ubicarle en la especificidad del contexto político e intelectual francés, a la vez que muestran cómo ensanchó los límites del marxismo en ese país, aderezando en ocasiones su herencia hegeliana con elementos de Schelling, Nietzsche y Heidegger. ¿Qué es entonces lo que distingue la lectura que hace Lefebvre de Marx, y que constituye un núcleo inalterable en toda su obra? En el prefacio de 1961 a la quinta edición francesa de Materialismo Dialéctico Lefebvre identifica los conceptos clave de Marx que suscitaron por primera vez su atención en los años 20 y 30, y que se estaban comenzando a suprimir en aquellos momentos del marxismo oficial de la URSS y del PCF: alienación, praxis, el hombre total y totalidad social. El compromiso inquebrantable con estas categorías teóricas que incorporan una fuerte carga política alentó no sólo su identidad heterodoxa, en comparación con los partidos de la Internacional Comunista durante el último siglo, sino también su palpable desagrado por las modas intelectuales dominantes en la izquierda francesa de postguerra, en particular el estructuralismo y el post-estructuralismo. La enérgica oposición de Lefebvre al antihumanismo teórico de estas últimas corrientes —defendido por Louis Althusser, Michel Foucault y Jacques Derrida, con los que compartió intereses como ideología, poder y lenguaje— vuelve filológicamente insostenible la visión parcial que los angloamericanos tienen de él como estudioso ‘postmoderno’ del espacio. También pone en cuestión la coherencia de su apropiación selectiva de Heidegger y Nietzsche, pensadores situados claramente para sus lectores más rigurosos dentro de una problemática anti-humanística, a la que él se oponía firmemente. Lefebvre —a diferencia de Derrida o Foucault— no parece haber recibido la famosa Carta sobre el humanismo de Heidegger.

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Kanishka Goonewardena

Associate Professor & Director, Program in Planning, Department of Geography. University of Toronto (Canada)

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