Frente al concurso de Juan Iñigo Carrera
Un profesor se presenta al concurso de su cargo, tras haber creado la materia, formado al equipo docente y de investigación, trabajado 11 años (de los cuales 5 fueron como ad honorem), con antecedentes similares a su oponente. Desarrolla una clase de creación original. Responde con solvencia todas las preguntas del jurado, que considera en su dictamen que el docente “cumple plenamente con las condiciones para dictar la materia”. El profesor queda afuera. ¿Cómo se explica esta barbaridad?
El 31 de mayo se realizó el concurso para el cargo de titular de la materia La Formación Económica de la Sociedad Argentina y su Crisis, cargo que desde hace 11 años ocupa Juan Iñigo Carrera. Al concurso se presentó también Julián Rebón, ex director del Instituto de Investigación Gino Germani.
Luego de un cuarto intermedio de varios días, el jurado integrado por Flavián Nievas, José Villarruel y Carlos Zurita colocó, por unanimidad, primero en el orden de mérito a Julián Rebón.
Estabilidad, convenio colectivo y carrera docente
El concurso de Iñigo Carrera desnuda la perversidad de la falta de estabilidad, convenio colectivo y carrera docente que sufrimos los docentes universitarios, lo que habilita a que un docente pueda perder su trabajo luego de 11 años, sin siquiera tener derecho a recibir una indemnización.
Por otro lado, por la política del Rectorado de mantener los interinatos en forma indefinida, un concurso que debería haber sido de renovación se sustancia como si fuera para cubrir un cargo desierto, sin contemplar el trabajo que el docente viene llevando adelante armando y sosteniendo la cátedra.
La carrera debería haber llamado a este concurso con el propósito de renovar el cargo. Ante el resultado que estamos cuestionando, reclamamos que garantice la continuidad del cargo del profesor Juan Iñigo Carrera.
Cesantías en la UBA
Por otro lado, de implementarse la resolución del jurado, se estará impidiendo que Iñigo Carrera ejerza su derecho a optar por dar clases hasta los 70 años (derecho consagrado por la Ley 26.508, y que la UBA se empeña en desconocer), dado que no sólo perdería su cargo, sino que por su edad, tampoco podrá concursar por otro.
Este concurso se da en el marco de la política de cesantías del rectorado, contra la cual se ha pronunciado tanto el Consejo Directivo de la Facultad de Ciencias Sociales (con pedidos sucesivos de renovación de todos los docentes afectados) como la comunidad de la Facultad (con una solicitada de más de 1500 firmas). Si el resultado se aprobara, una de las facultades que más se pronunció contra las cesantías docentes terminaría efectuando una antes de que lo haga el rectorado.
Esta situación es especialmente preocupante, además, porque hay otros concursos llamados con estas mismas características.
El dictamen
Llama la atención que el dictamen carece de fundamentación. En el mismo se concluye “que ambos aspirantes cuentan plenamente con las condiciones para dictar la materia”, lo que no impidió que sin explicitar los criterios adoptados, se recomendara el orden de mérito arriba mencionado, dando prioridad a un docente que no integraba la cátedra frente a un docente probo (como lo reconoce ahora sí, explícitamente el jurado) que viene dictando la materia desde hace más de una década.
Sociologías especiales: el paraíso de la inestabilidad
La Formación Económica de la Sociedad Argentina y su Crisis es una materia optativa, del tramo de las Sociologías Especiales, integradas por decenas de materias con diferentes temáticas y orientaciones ideológicas, lo que abona la riqueza y pluralidad de la carrara de Sociología. Desde hace años, el Rectorado desconoce estas materias, negándose a llamar a concurso para cubrir los cargos excusándose en el carácter optativo de las mismas. De este modo, la situación general de retraso en el llamado a concursos se ve agudizada en el caso de las Sociologías Especiales.
Regimentación ideológica: el escandaloso informe del veedor.
En contraste con la falta de fundamentación del jurado, el veedor del claustro de profesores, Damián Pierbattisti, en su informe menciona que los aspirantes quedaron a 2 puntos de distancia (Rebón 21, Iñigo Carrera 19), algo que no figura en el dictamen!! Y desarrolla los motivos de su preferencia por Julián Rebón, señalando como “grandes puntos débiles” de Iñigo Carrera, la utilización del PBI medido en valor, “categoría estructurante de la teoría marxista pero que no se aplica habitualmente a medir dicha magnitud” y “la plusvalía deducida de los gastos de circulación”, puntos que “distan significativamente de ajustarse a los requerimientos y contenidos correspondientes a una clase para alumnos de grado de la Carrera de Sociología”. Señalamos con preocupación los rasgos de regimentación ideológica y académica que contiene este informe que condena a las categorías marxistas por no ser las que se utilizan habitualmente y que lejos de respetar la libertad de cátedra pretende vetar temas que de hecho en la actualidad eligen (dado que la materia es optativa) estudiar los alumnos de grado de la Carrera de Sociología.
Dada la falta de fundamentación del jurado, nos preocupa que el mismo haya basado su decisión en las opiniones del Prof. Pierbattisti.
Frente a esta situación la Agrupación Naranja de docentes universitarios plantea:
· La continuidad de Juan Iñigo Carrera en su cargo;
· Que se regularicen los cargos en las Sociologías Especiales;
· Estabilidad, convenio colectivo y carrera docente;
· Que se respete Ley 26.508, de jubilación de los docentes universitarios;
· Que se respete la libertad de cátedra.
Es un tema jodido. En la enorme mayoría de los casos hablar de armar «concursos de renovación de cargos» es problemático. La universidad debe garantizar continuidad del trabajo, ni hablar. El problema es que las reglas deben ser mucho más claras, porque también es indignante que haya docentes que se atrincheran en su cargo y no publican ni leen un libro nuevo en 15 años (NO hablo de Iñigo!). Si pensamos en la mayoría de los casos, creo que no está bien decir que alguien tiene que ganar el concurso porque dio esa cátedra por x años, cuando al empezar a dar el curso quizás no tuvo más mérito que anotarse como ayudante. Quien da las clases ad honorem lo hace porque sabe que en algún momento le van a armar el concurso, no por amor a la docencia (puede haber una gran minoría de excepciones, y seguro todos disfrutamos el laburo). Pero si (ponele) Pepe se dedicó a formarse en un área específica durante 5 años y Juan dió una clase de 3hs por semana y el resto del tiempo no tuvo otra que dar clases en el secundario para vivir, es probable que Pepe esté mejor capacitado para dar clases en ese área, y eso es lo que tiene que ver la universidad: quien está mejor capacitado/a. En resumen, si dando clases ad honorem por 5 años tenés garantizado el puesto, lo hacés por conveniencia y NO HACÉS MÁS QUE REPRODUCIR ESE MECANISMO. Si te sale mal, problema tuyo. Para mí, hay que negarse a dar clases gratis y el sindicato tiene que exigir concursos en cuanto se abre un cargo y no dejar que nadie dé clases ad honorem. De nuevo, no creo que este caso sea así para nada, solo me parece que hay que cuidarse de no defender a impresentables que entran por la ventana.
Acuerdo en que es un tema jodido, Jerónimo, pero por otras razones de las que mencionás. Aún cuando se tratara de uno de los «impresentables que entran por la ventana» (veremos finalmente si es precisamente Juan Iñigo Carrera quien entra por la ventana en todo este asunto) todo concurso debe tener un dictamen fundamentado que explicite los criterios del orden de mérito en el cual se ubican los postulantes. No es éste ese caso. Por el contrario, se han considerado muy desigualmente los antecedentes de uno y otro con el claro objetivo de favorecer a uno de los aspirantes (esto se llama arbitrariedad manifiesta, según el reglamento de concursos de la UBA), al punto que ni siquiera se han conservado las mismas categorías para clasificar y comparar antecedentes (artículos, libros, etcétera) de uno y otro. Esto es lo que se objeta, entre otras cosas.
También es cierto que la antigüedad per se no garantiza probidad para el cargo concursado.
Ahora bien, respecto de entrar por la ventana, corresponde mencionar que uno de los aspirantes (el que quedó primero en el orden de mérito) tiene solamente tres artículos de autoría individual en revistas de primera línea. El resto fueron publicados en grupo y en su gran mayoría en revistas y documentos editados por la facultad en la que trabaja y el instituto que ha dirigido. Entre ellos, uno en coautoría con uno de los jurados. Esto puede verse en los antecedentes que constan en la página web de CONICET, donde a la fecha este aspirante reviste la categoría de Investigador Adjunto. También puede verse que entre sus propios antecedentes en CONICET este aspirante cita un trabajo como artículo en una revista académica que, por otro lado y en la misma página, consigna como libro de propia autoría. Esto vale para reconsiderar aquello de quienes «entran por la ventana». Retomando tu metáfora, muchas veces quienes entran por la ventana cuentan con el favor de alguien que se las abre desde dentro.
Saludos cordiales,
Martín.