«El compromiso político intelectual de María Zambrano»: Adolfo Sánchez Vázquez
I
Nos proponemos presentar y examinar una faceta de la vida y la obra de María Zambrano en la que se pone de manifiesto su compromiso político intelectual. Una faceta que, hasta el Segundo Congreso Internacional del Centenario de María Zambrano, ha sido un tanto olvidada en contraste con la amplia y legítima atención que se ha prestado, en estos últimos años, a su escritura y a su filosofía. Ahora bien, esa faceta ha de ser traída a nuestra memoria no sólo porque brilla intensamente en un periodo —breve, pero crucial— de su vida, sino también porque de ese compromiso, asumido con tanta lucidez y pasión, arranca el hilo conductor que habrá de recorrer todo su pensamiento al fundir —en su razón poética— razón y vida. Se trata del compromiso político que María Zambrano asume en los últimos años de la Dictadura del General Primo de Rivera, los de la República, la Guerra Civil y, ya fuera de España, en el exilio, en el que su compromiso trasciende su carácter político para ser sobre todo moral, humano. En esas diversas circunstancias, María Zambrano le hace suyo re spectivamente como estudiante, como profesora de filosofía y, finalmente, como e scritora y filósofa al margen de toda vida académica.
De acuerdo con la diversidad de las circunstancias, varía el alcance de su compromiso, con quién o quién es se compromete y varía, asimismo, la modalidad que la realidad impone a su ejercicio. Pero, siempre se trata de un compromiso intelectual que, cuando es político, lo es en el amplio sentido que, para ella, tiene la política desde su primer libro, Horizontes del liberalismo. No es el suyo el compromiso que exige un partido político a sus miembros, pues María Zambrano nunca militó en ninguno. Y en la única ocasión en que estuvo a punto de militar en una organización política, no llegó a ello, porque —como ve remos más adelante, ella misma la disolvió antes de que el embrión tomara cuerpo. Pero, el hecho de que no militara no significa que María Zambrano, en los años anteriores a la Guerra Civil y durante ésta, no tuviera relaciones con los partidos republicanos y con el Partido Socialista, así como con destacados miembros de ellos como los socialistas Fernando de los Ríos y Jiménez de Asúa, así como con militantes y simpatizantes comunistas, entre ellos Rafael Alberti, Emilio Prados, Herrera Petere y Miguel Hernández. Y, lo que es más significativo, María Zambrano participó en la fundación de una asociación política, la Liga de Educación Popular en los años de la Dictadura de Primo de Rivera e intervino en diversos actos públicos de ella.
Es, pues, innegable que, en las circunstancias mencionadas, María Zambrano se compromete políticamente y que, con sus escritos e intervenciones en la plaza pública, actúa en consecuencia. Y ya en las primeras manifestaciones de su compromiso político, bajo la Dictadura de Primo de Rivera, lo asume en el marco de una concepción política que expone en su libro juvenil, Horizontes del liberalismo, publicado en septiembre de 1930. En él da a la política un sentido tan amplio como para decir “que se hace política siempre que se piensa en dirigir la vida”. Y ya en estas primeras expresiones de su compromiso, la política no es para ella una actividad humana entre otras, sino “tal vez —escribe— la actividad más estrechamente humana”. Esta actividad la pone en relación necesaria con la sociedad, la historia, el futuro y, sobre todo, con lo que va a ser la base misma de todo su pensamiento: la vida. La política —escribe también— es reforma, entendida por ella como creación y, por eso, al no caer en la clásica contraposición de una y otra, la entiende asimismo como revolución.
Ahora bien, aunque María Zambrano parece generalizar demasiado al hablar de “toda política”, sin embargo, matiza su expresión al distinguir política “c o nservadora” y “revolucionaria”, pues mientras la primera la asocia al “dogmatismo de la razón” o de la “supra razón”, la política revolucionaria “creerá más en la vida”. Aquí nos encontramos con esta referencia a la razón y la vida que será constante, al aliarse en su pensamiento. Y justo es subrayar que en esta doble referencia, María Zambrano da la preeminencia a la vida sobre la razón, como propia de la política revolucionaria.