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«Antecedentes históricos de la recepción de El Capital en España y Latinoamérica»: Ángelo Narváez León

1. La formación de El Capital dentro del imaginario político europeo.

Sabemos, por palabras del propio Marx –y revisiones y comentarios de Engels–, cuáles fueron las intenciones concretas de El Capital en cuanto contribución a la formación teórica y práctica del proletariado europeo en su lucha contra el capitalismo. Ahora bien: el correlato histórico entre las propuestas intencionales particulares de los movimientos populares y de masas no tiene una relación causal necesaria, ni opera mediante una proyectividad teleológica con la formación y nutrición del imaginario político mediante el influjo de las formaciones conceptuales, sino que es este correlato el que se construye retrospectivamente una vez que los acontecimientos han ocurrido en su propia contingencia, de modo tal que dicho correlato histórico sólo es necesario en cuanto implica una necesidad de contingencia concebible en su propia realidad. Es necesario, para desprenderse de cualquier anclaje teleológico y determinista, plantear una necesidad real, universal y concreta dentro de los límites de la formación del imaginario político europeo y latinoamericano, es decir, una necesidad a posteriori, retroactiva, histórica y divergente. Frente a ésta necesidad, nuestra labor será preguntarnos por la capacidad política efectiva de Marx y Engels, y los “marxistas” posteriores, por establecer a El Capital como un eje central formativo de los trabajadores: o, formulado como pregunta, preguntarse por rol que jugó efectivamente El Capital en la formación intelectual del proletariado europeo –español específicamente– y latinoamericano desde su publicación hasta los albores de la segunda mitad del Siglo XX.

Cuando nos preguntamos por el proletariado europeo debemos inmediatamente delimitar que nos referimos al proletariado en formación más allá de las fronteras alemanas, para quienes el acceso a El Capital estuvo determinado por los esfuerzos particulares de traductores pertenecientes a los movimientos obreros y socialistas de fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX. Por otra parte, cuando nos preguntamos por el influjo formativo de El Capital en el proletariado español y latinoamericano debemos tener en cuenta que el proletariado, y en general el socialismo iberoamericano, se encontraban en una íntima relación con el anarquismo y el republicanismo, ambos federalistas en su generalidad. Es de este modo que la formación “marxista” del proletariado mediante El Capital debía abrirse paso no sólo entre las filas del socialismo establecido como republicanismo, sino también entre las filas anarquistas del proletariado. En gran medida el republicanismo socialista iberoamericano tuvo una formación “socialdemócrata” que requería para su establecimiento de la negociación con la burguesía intelectual y con los pequeñoburgueses propietarios de tierras y medios de producción. Así, el desarrollo de la recepción de El Capital en los países de habla hispana mantuvo un curioso correlato con el desempeño político de Marx: la lucha por el posicionamiento del materialismo histórico y el socialismo científico –como le llamara posteriormente Engels– dentro de las filas de la izquierda europea por oposición a las políticas de las facciones moderadas de la I y II Internacional, y las formulaciones directrices de la socialdemocracia alemana posteriores a los Congresos de Gotha y Erfurt, por una parte, y; el posicionamiento formativo del comunismo como práctica política del proletariado internacional por oposición a las corrientes anarquistas, por otra. Ahora bien, la historia y el decurso de la recepción de El Capital como línea directriz del imaginario político de las organizaciones obreras hispanoamericanas no es posible pensarla desde una perspectiva general y lógica sin tomar en consideración las diferencias y variaciones que se producen en la reflexión a partir de los materiales reales dados a ella, de modo que es, en definitiva, una pregunta diferente aquella que pregunta específicamente por el influjo de El Capital dentro de las filas del proletariado enmarcado por un norte europeo industrializado y aquella que se enmarca dentro de las contingencias históricas reales determinadas por procesos divergentes de acumulación de capital: es decir, la pregunta por el influjo de El Capital dentro de los límites de la realidad iberoamericana está determinada por un modo de acumulación visiblemente diferente de la acumulación industrial capitalista: el trabajo agrario y el campesinado como sujeto político organizado, la extracción de recursos fósiles y los mineros como sujeto constante de las luchas políticas, los puertos y el comercio adyacente como un flujo variable de contingencias, etcétera, constituyen las piedras angulares de las economías nacionales en las postrimerías del Siglo XIX y los albores del Siglo XX.

Por esta razón creemos es necesario que un análisis tal esté guiado –en virtud de El Capital– no por sus elementos históricos y productivos afianzados en ciertos focos capitalistas, sino por sus divergencias constitutivas y constituyentes. Debemos recordar el comienzo de El Capital, en el cual Marx plantea que: “La riqueza de las sociedades en las que domina el modo de producción capitalista se presenta como un ‘enorme cúmulo de mercancías’, y la riqueza individual como la forma elemental de esa riqueza. Nuestra investigación, por consiguiente, se inicia con el análisis de la mercancía.” Qué relación guarda el capital con aquellas sociedades donde no domina internamente el modo de producción capitalista es un problema por sí mismo, pero según nuestras líneas interpretativas, la producción genera modalidades de relaciones entre sociedades dominadas por diversos modos de producción y si hemos partido de la base divergente de las economías iberoamericanas, la llamada acumulación originaria y la teoría moderna de la colonización aparecen en nuestro análisis como los hilos que guían la recepción y formación de El Capital dentro del imaginario político de los trabajadores en España y Latinoamérica.

 Artículo Completo

Ángelo Narváez León es miembro del  Centro de Estudios Hegelianos; Universidad Popular de Valparaíso.

 

 

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