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«La unidad mundial de la acumulación de capital en su forma nacional históricamente dominante en América Latina. Crítica de las teorías del desarrollo, de la dependencia y del imperialismo»: Juan Iñigo Carrera

La cuestión

El modo de producción capitalista es el modo históricamente específico de regirse el proceso de vida humana en el cual la capacidad para organizar el trabajo social se presenta como un atributo automático materializado en el producto de ese mismo trabajo. Esta relación social objetivada, el capital, pone entonces en marcha el trabajo social sin otro fin inmediato que el producir más de esa capacidad para organizar automáticamente el trabajo social objetivada en su producto, más de la misma relación social objetivada, más capital, o sea, capital acumulado. De este automatismo brota su potencia como forma históricamente específica de desarrollarse las fuerzas productivas materiales del trabajo social, pero también su limitación como tal y la necesidad que lleva en sí de superarse en su propio desarrollo.

Dada su necesidad de expandir la producción material como si esta expansión no llevara consigo la necesidad de límite alguno originado en la misma forma social que la rige, la unidad del proceso de acumulación de capital tiene un contenido necesariamente mundial.
Organizar automáticamente el trabajo social quiere decir que éste se realiza de manera privada. Esto es, la conciencia rige la organización de la porción del trabajo social que se realiza al interior de cada unidad de producción (recortada por la división social del trabajo), pero carece de control sobre la unidad general del mismo. Se enfrenta así a su propio producto como a una potencia social que le es ajena y la determina. La historia del desarrollo del modo de producción capitalista es la historia del desarrollo de esta contradicción -entre el contenido social del trabajo y su forma privada de realizarse- mediante la creciente socialización del trabajo privado regida por la producción de plusvalía relativa.

La unidad general de la organización social se establece de manera indirecta en el proceso de circulación de los capitales individuales, donde el mismo carácter antagónico del proceso de socialización del trabajo privado se pone de manifiesto bajo las formas de la competencia y de la lucha de clases. La unidad general toma así la forma concreta de relaciones políticas y militares. En ellas, la misma unidad general, o sea, la unidad del movimiento del capital total de la sociedad, necesita cobrar la forma de una relación social objetivada cuya acción aparece teniendo la potestad de imponerse por sobre el contenido antagónico, a saber, el estado.
Por el mismo carácter privado del trabajo social, en el proceso histórico de desarrollo de su socialización, la unidad mundial nace recortada por, y se desarrolla recortando a, procesos nacionales de acumulación de capital. Esto es, la acumulación de capital es hasta el presente un proceso nacional por su forma. La fragmentación nacional del capital total de la sociedad recorta nacionalmente a su representante político, determinando la existencia de los estados nacionales. Y éstos representantes políticos de los fragmentos de capitales sociales nacionalmente recortados no son ya expresión inmediata de la unidad social general. Son expresión de esa unidad sólo hacia dentro del propio espacio nacional, y expresión de lo que esta unidad nacional tiene de carácter privado del trabajo hacia el exterior de la misma.

Como relación social general objetivada en la cual toda diferencia cualitativa se reduce a una diferencia cuantitativa, a la producción de más valor a partir del valor mismo, el capital es igualitario por naturaleza. La expresión plena de esta naturaleza reside en que los capitales individuales rigen su acción como órganos del capital total de la sociedad al reconocerse como partes alícuotas de éste en la formación de la tasa general de ganancia. Esta igualación en la explotación de la clase obrera borra toda diferencia proveniente de las particularidades materiales que enfrenta la rotación de los capitales individuales en razón de operar en distintas ramas de la división social del trabajo. En correspondencia con esta ley general que rige la unidad del proceso de acumulación de capital, y que por lo tanto ha de regir su unidad mundial, parecería que todos los ámbitos nacionales de acumulación habrían de mostrar la misma potencialidad. Pero si algo salta a la vista en la unidad mundial de la acumulación de capital es que la división internacional del trabajo recorta ámbitos nacionales de acumulación de muy distintas cualidades.

Artículo Completo

* Este trabajo se basa en un extracto de mi libro El capital: razón histórica, sujeto revolucionario y conciencia, Imago Mundi, Buenos Aires, 2008.

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