«La gran divergencia»: audio de la conferencia de Josep Fontana i Lázaro
Viernes 3 de febrero a las 18:00h. Dentro de las IV Jornadas de debate sobre la crisis.
La situación actual produce una especie de hipnosis en torno a la crisis, que tiene el grave inconveniente de limitar nuestra perspectiva a lo ocurrido a partir del año 2008 y, a la vez, de engendrar la ilusión de que, una vez superada la crisis, todo volverá a ser igual que antes. La realidad es que la propia crisis no es más que una consecuencia de una evolución a largo plazo que se inició a mediados de los años setenta del siglo pasado, cuando se interrumpió una tendencia iniciada en la crisis de los treinta, y potenciada después de la Segunda guerra mundial, que había permitido mejorar los niveles de vida del conjunto de la población, mediante un reparto controlado de los beneficios obtenidos con los aumentos de productividad, y había hecho posible consolidar el estado de bienestar. Desde mediados de los setenta, en cambio, se inicia un proceso distinto, que da lugar a lo que Krugman ha llamado “la gran divergencia”, en que aumentan los beneficios de los empresarios y disminuyen los salarios reales, engendrando una desigualdad creciente. Entender la naturaleza de este proceso es necesario para comprender la realidad de la crisis y tratar de encontrar modos de enfrentarnos a ella.
Audios de la charla y del debate posterior
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Texto de la conferencia:
Continuación del escrito trasladado anteriormente:
9º La “gobernabilidad” del sistema.
En julio de 2009 tras la constitución del Parlamento Europeo y la nueva presidencia de la Unión Europea, se reunían los ministros de interior de todo los paises miembros, de la UE. No conocemos sus verdaderas agendas, pero desde marzo de 2000, la UE esta centrada en lo que ella llama la “gobernanza”, y que no es más de como actuar políticamente para mantener el diseño de la superestructura socioeconómica emanada de Maastricht-Lisboa-La Haya .
Desde las obras clásicas sobre el ejercicio del poder y su mantenimiento , la gobernabilidad del sistema es el elemento clave. En términos de organización política y social la “gobernabilidad” es el control, en oposición al descontrol.
Para cumplir sus objetivos el s sistema capitalista utiliza (y ha utilizado históricamente) dos formas de gobernabilidad o dominio: por la fuerza (gobiernos militares) o por modelos de partidos políticos (gobiernos controlados por el sistema económico que realizan su cometido utilizando “la persuasión” ) Estos dos tipos de gobierno son lo que se conocen como dictaduras o democracias. Toda la historia del capitalismo está escrita sobre esta dinámica de ejercicio de la “gobernabilidad” o ejercicio del poder, que se van complementando. Aunque la forma más acorde con la persuasión es la llamada democracia, cada vez que utilizando las propias reglas de juego del sistema han conseguido mayoría parlamentaria grupos que han puesto en peligro el status quo del capitalismo, bien haya sido transnacional o el ejercido por las burguesías nacionales, un golpe de estado ha puesto fin a dichos gobiernos, volviendo a la “democracia” después de que la limpieza tanto de personas como de ideas (no dudando en la eliminación física de toda oposición) garantizaba de nuevo el control del poder por parte del capital.
Las “dictaduras” y los Golpes de Estado siempre llegan para restaurar la “gobernabilidad” (el control amenazado por el descontrol) y las “democracias” siempre llegan cuando el “orden” está controlado y se han generado nuevos espacios sociales para hacer factible el gobernar por la persuasión. Las largas dictaduras de la Europa mediterránea (España, Portugal y Grecia) y las posteriores de América Latina son paradigmas de como se habilitaron las “democracias”.
En el campo de la economía la evidencia histórica más cercana en el espacio la tenemos en España, con un golpe de estado dado por el capital y la iglesia contra las profundas reformas económicas y sociales iniciadas por la II República exterminando toda disidencia al gobierno del regimen militar, primero durante una larga guerra de tres años, y después por una dictadura de 40 años, sobre la que se “transaccionó” un nuevo regimen político manteniendose el poder económico y de control social en las mismas manos que estaban .
El caso más cercano en el tiempo y analizable porque ha cerrado el ciclo, es el caso chileno. El golpe de estado de 1973 no solo trajo consigo el derrocamiento de la Unidad Popular, de clara tendencia socialista, y la persecución a muerte de los miembros activos de los movimientos de izquierdas (incluso la actividad ciudadana y sus movimientos sociales se convirtieron en un delito), sino que se constituyó el experimento neoliberal más puro. Chile se convirtió en el escaparate de la ideología neoliberal por excelencia, cuyos resultados eran referencia obligada de los avezados estrategas del capitalismo. . El Chile de Pinochet comenzó la implantación de los programas neoliberales de manera total y dura (sin periodos de transición): desregularización, desempleo masivo, represión sindical, predistribución de renta en favor de los ricos, privatización global de bienes y servicios públicos. Este liberalismo, bien entendido como laboratorio de la teoría integral desarrollada por Friedman, presuponía la abolición total de la democracia y la instalación de una de las más crueles dictaduras de los últimos 30 años. Pero la democracia en sí misma, como explica incansablemente Hayek, jamás ha sido un valor central del neoliberalismo, la libertad y la democracia pueden tornarse fácilmente incompatibles si la mayoría democrática decidiese interferir en los “derechos incondicionales” de los agentes económicos del status quo capitalista. En este sentido los economistas neoliberales, sin sentir ninguna inconsistencia intelectual o compromiso de principios, vieron con admiración “la experiencia económica chilena”, mucho más cuanto que a diferencia de las economías capitalistas avanzadas de los años de 1980, la economía chilena mantuvo elevadas tasas de crecimiento .
El sistema capitalista necesita tener control político y social (ya sea por medio de la fuerza o por medio de la persuasión) como condición prioritaria para desarrollar su modelo económico de explotación salvaje de unos seres humanos por otros seres humanos, y su dinámica de apoderamiento y concentración de esa explotación social en muy pocas manos. La gobernabilidad (el control dominante) es la condición esencial que el capitalismo necesita para que el sistema no estalle (y los negocios continúen “en paz”). Y el sistema corre riesgos de estallar cuando la crisis, superando el marco económico, sea percibida por la población como crisis social (entendida como hundimiento del consumo popular con despidos masivos de trabajadores a escala global)
Tras la caída de la URSS, y la etapa de acumulación capitalista iniciada en la UE con el Tratado de Maastricht, el sueño neoliberal del dominio del sector financiero y las multinacionales sin rebelión social (es decir preservando la gobernabilidad) comenzó a cumplirse. Y se ha cumplido con la aceptación pasiva por parte de la gran mayoría social de que el sistema capitalista es “la única alternativa”.
Este objetivo se ha conseguido con la asimilación y dominación del aparato sindical y de la izquierda (salvo honrosas excepciones en ambos) en las coordenadas de la defensa del “sistema democrático”, de la “paz social” y de la vigencia plena del respeto al “orden constitucional” capitalista y patriarcal establecido casi como una religión.
Con ello la izquierda, enterrada su vocación de cambiar el sistema como algo pueril y caduco, se volvió “políticamente correcta” para conformar una “alternativa de gobierno” a la “derecha neoliberal” dentro de las coordenadas de poder implantadas por las multinacionales y el capital financiero que controlan el planeta. Con lo cual se denominen de izquierda o derechas, solo cabe una política económica posible, que niega su propia responsabilidad política, al actuar en cumplimiento de unos tratados internacionales se firmen dentro de la UE, el G-8 o el G-20, u otros ámbitos. A la vez que la población se vuelve más escéptica ante las posibilidades reales de cambio y no ve mucha diferencia entre dar su voto a izquierdas o derechas, otorgándolo en el que en un momento dado sepa utilizar resortes psicológicos más profundos, con lo cual la extrema derecha económica, utilizando el miedo al inmigrante o resortes identitarios, esta ganado terreno político en toda Europa, como ha quedado en evidencia en las elecciones de junio de 2009 al Parlamento Europeo.
Esta claro que detrás de esta aceptación está la labor del proceso de ideologización que ya hemos expuesto modelando masivamente cerebros y voluntades a través de las grandes corporaciones mediáticas, gurús en la orientación de la conducta social. Así desde inicios de los años 90 se han verificado tres hechos de forma simultanea:
1 Ausencia de huelgas generales y de conflictos sociales por reivindicaciones generales de la sociedad (solo existen conflictos atomizados por reivindicaciones de empresa, o en el mejor de los casos de sectores parciales). Criminalizando la lucha fuera de “las mesas de negociación”, diseñadas y dirigidas desde las Confederaciones empresariales. Dentro de este esquema de atomización de las huelgas y protestas (legalizadas y toleradas porque solo reivindican lo personal de una empresa, sin una estrategia de reivindicación social colectiva) el sistema mantiene un control férreo sobre todo el espectro de la actividad operativa de los conflictos sociales y sindicales.
2 Crecimiento constante, y astronómico, de los beneficios del sector financiero y de las empresas transnacionales del sector de la energía, la alimentación y la biotecnología (farmacéuticas, de manipulación genética, etc,), con acumulación desmesurada de activos empresariales (fusiones y absorciones) y fortunas personales.
3 Crecimiento paralelo, sostenido y sin interrupción de la llamada “pobreza estructural” (falta de trabajo estable, vivienda y subsistencia digna) que ya afecta a más de la población mundial y supera el 20% en la UE (79 millones de residentes), y un tercio de la población vasca (900.000 personas). Con la mayoría de la población más vulnerable económicamente (personas mayores, jóvenes, mujeres, inmigrantes) sometidas a precariedad laboral y políticas “asistenciales”.
Se trata de una situación retroalimentada: la ausencia de huelgas y conflictos sociales posibilitó (como nunca) la concentración de riqueza en pocas manos, y la concentración de la riqueza alimenta el miedo y la sumisión. Mientras, la “gobernabilidad” sigue controlando la situación para que se mantenga la pasividad en la respuesta, que permita nuevos y más duros ajustes, con la continuación de la concentración de riqueza y extensión de la pobreza, en un bucle sin fin si la lucha real de clase no lo corta.
Esta situación, es “la paz del dominador”, es el quid de la “gobernanza” europea, que combinando políticas legislativas con las de represión directa, y la de manipulación informativa creando una “realidad virtual” tiene preparadas para confrontar los primeros atisbos de respuesta realmente alternativa que se pretenda dar desde las bases de la sociedad.
Pero la “gobernanza” europea ha dejado ver sus puntos más débiles, en los conflictos surgidos en Francia o Grecia, donde no había interlocutores con los que “negociar”. En otras palabras lo que la UE teme son las protestas violentas con lideres espontáneos sin ideología ni metodología convencionales, que encabecen en forma inorgánica las revueltas, obligando a una represión militar abierta (que no dudarían en realizar), que dejaría en evidencia que el “sistema democrático” pierde efectividad y debe de implementar controles de represión militar para mantener “el orden” y la “paz social” que vuelva a permitir “la gobernabilidad” del sistema.
Y la propia represión masiva podría ser un catalizador de una crisis que amenaza con ser La Crisis, el punto de quiebra de un modelo de civilización depredador.
El capital analiza todas las variables, esta preparándose en todos los frentes, mientras con su máscara mediática nos habla de confianza, y del resurgir de la primavera capitalista llena de brotes verdes.
10º Conclusiones sobre la ofensiva de clase (ofensiva de arriba-abajo)
El «modelo imperialista» y opresor de clases y pueblos de EEUU está entrando a grandes pasos en Europa, en la que se ha abierto una fase de reorganización militar, ya se llame defensa, servicios de inteligencia o seguridad interior. En estas fases, la historia lo confirma, se da un trasvase de recursos desde los servicios sociales (sanidad, educación, vivienda, prestaciones) hacia el sector de las altas tecnologías y la guerra, del que el primer gran accionista es el sistema financiero. Es decir, vivimos una sobreexplotación de las clases obreras en toda su extensión para seguir aumentando la extracción de plusvalía que se destina a un mayor control de clase y a seguir profundizando en la explotación, en un circulo vicioso que no encontrará el final sin una respuesta articulada de clase.
Estamos frente al diseño imperialista de la clase capitalista de dos grandes potencias, la europea y la estadounidense, y ante las eventuales consecuencias del desarrollo de ese imperialismo y la respuesta de la clase obrera, la Unión Europea se está dotando de instrumentos jurídicos de calado; es decir está fortaleciendo la superestructura sobre la que se sustenta la explotación.
Frente a ese diseño, y bajo la aceptación de la base ideológica que asociaban progreso con desarrollo de las fuerzas productivas, la izquierda política y sindical europea se ha opuesto (en nombre del citado desarrollo de las fuerzas productivas) a los movimientos reales de emancipación (y en particular a sus formas nuevas) que casi siempre centran su objetivo en la transformación de las relaciones de dominación. El problema de toda la izquierda europea es que en aras del «desarrollo económico, competitividad y bienestar» con el que se encubre la acumulación de beneficios en cada vez menos manos, se nos viene desviando de las raíces en que se sustenta el verdadero progreso humano, a la vez que se profundiza en la manipulación de la percepción subjetiva de pertenencia de clase.
Se han marginado la conciencia de género, la ecologista, la lingüística, la cultural, la inmigrante, ect.
Se ha negado la humanidad específica del explotado/a al que solo se ha visto como sujeto de clase (en su concepción más reducida) carente de identidad propia, y generacional.
Y la realidad es que existen sujetos que se sienten subclase dentro de la amalgama de la clase explotada. Este sentimiento y la enmascaración muchas veces del verdadero sujeto explotador, ha permitido que se tomará como explotador o clase contra la que dirigir la lucha a una fracción de la propia clase obrera ( sin olvidar que a veces distintas fracciones de clase obrera han colaborado, consciente o inconscientemente con el capital, para propiciar este hecho).
Dentro de esta realidad nos encontramos las mujeres, ya que como trabajadoras somos explotadas por el sistema capitalista, pero además como mujeres padecemos, dentro de este sistema patriarcal, una mayor explotación laboral ( menor remuneración salarial, menor promoción laboral, contratos de mayor precariedad con menor tiempo de trabajo remunerado) y una mayor explotación social, ya que se nos presiona para asumir el grueso del trabajo socialmente necesario y no remunerado (trabajo de producción-reproducción doméstica, cuidado de las personas dependientes, etc.), con lo cual somos una subclase dentro de la clase obrera, que habiendo estado históricamente dirigida por hombres (cuadros sindicales masculinos, métodos de trabajo y organización masculinos, etc.) o ha obviado nuestras necesidades específicas de emancipación o las han utilizado, como traición de clase, para garantizarse, como hombres, unas mejores condiciones laborales, y también de calidad de vida a través de usurpar parte de la riqueza real que genera el trabajo doméstico (prohibición del trabajo a la mujer casada, preferencia del despido femenino frente al masculino, etc.).
Pero también están dentro de esta realidad los inmigrantes, e incluso las inmigrantes son una subclase de la subclase que son los inmigrantes en general y también una subclase dentro de la subclase que somos las mujeres. Y podríamos hablar de los/las desempleados/as, de los/las subocupados, de las pensionistas de la pobreza, etc.
Lo que constatamos es que unas conciencias de clase se pueden diluir en otras. Y el movimiento obrero clásico, y la izquierda clásica en su análisis de lucha de clases, hablaba siempre de la lucha capital-trabajo, de elementos de producción, entendida como transformación de materiales y del valor añadido en esa transformación que pasa a ser apropiado en una parte muy considerable por el capital. Resumiendo, se ha centrado en la distribución del plusvalor, y cuando ese plusvalor se ha obtenido fuera del sistema clásico de producción no se ha considerado, y por tanto la izquierda, masculinizada, ha actuado como si dicho valor no existiera, siendo cómplice de la apropiación de ese plusvalor real por los distintos estamentos de la estructura social (Sector Público, empresas, familia), y la no-inclusión directa de las personas que producen estos valores como clase explotada. (se le podía clasificar como clase trabajadora, por el papel de su compañero, padre, o de la persona a través de la cual recibe la consideración de estatus, pero no por su propia función en el mantenimiento de la superestructura del capital)
Por tanto urge que se reconozcan las especificidades de las diferentes subclases, desligando el concepto de clase trabajadora del ya estrecho marco de la producción de mercado. Y deberemos de enfrentar a todos los sujetos al reconocimiento de su realidad objetiva, asumiendo nuestro lugar específico en la lucha de clases, tanto como sujetos explotados, como elementos transmisores de explotación a otras subclases, consciente o inconscientemente, por acción o por omisión.
Debemos redefinir el concepto de clase, y analizar las estrategias del capital para su encubrimiento. Frente al pensamiento único que presenta como realidades incuestionables la deslocalización empresarial y la explotación de la clase trabajadora allá donde esté más desprotegida de derechos, ensalzando la estrategia de mercado tendente a maximizar la productividad y la rentabilidad, debemos desarrollar un nuevo pensamiento social y de clase que nos permita avanzar hacia el socialismo del siglo XXI, EL SOCIALISMO IDENTITARIO VASCO
Análisis aceptable, que creo debiera ser sometido a un contraste de contenidos, entre personas interesadas, pero con competencia de conocimiento y para hacerlo operativo y accesible a la mayoria de las personas, habria que sintetizar y resumir su contenido, aplicando criterios de marketing de comunicación social con ideas fuerzas, y la global. Si un día LA IDEA GLOBAL fué » El proletarios del mundo unios….,» que ´sirvió para concienciar y movilizar a grandes contingentes de personas (obreros) afectados por lo que ocurria, hoy concienciar y movilizar a la gran mayoria de las personas( hombres y mujeres, cuya actividad es por cuenta ajena, o simples autoempleados) la idea fuerza para atraerlos al debte y al conocimiento, debiera ser: » CAPITALISTAS DEL MUNDO PREOCUPAOS, EL FANTASMA DEL «NO AL LUCRO» RECORRE EL MUNDO.»