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«Hegel: liberalismo y sociedad civil»: Jorge Luis Acanda

Resumen

Con el presente artículo se pretende revisar el concepto de sociedad civil que subyace al pensamiento hegeliano y que distintas corrientes de pensamiento han tildado de antiliberal. Para tal revisión se lleva a cabo, en primer lugar, un estudio del carácter histórico de la idea de sociedad civil en el trabajo desarrollado por Hegel, en segundo lugar, una aproximación a su conceptualización como esfera de intereses mutuamente conflictos y, en tercer lugar, un examen de la doble validez moral de la sociedad civil en tanto ámbito de realización del individuo así como de búsqueda de individualidad. Con esta revisión se muestra que la importancia de Hegel radica en que en él encontramos un cambio de modelo de filosofía política que encontrándose en los márgenes de un pensamiento liberal propone soluciones que van más allá del liberalismo clásico.

Palabras clave : sociedad civil, filosofía política, Hegel, liberalismo político

Cuéntase que un día, Talleyrand le hizo una advertencia a Napoleón: «Sir, se pueden hacer muchas cosas con las bayonetas, menos sentarse sobre ellas». Alertaba al Emperador, empeñado en extender su dominio sobre toda Europa, que el poder no se puede ejercer solamente por la fuerza, sino que necesita asentarse en la legitimidad que otorga el consenso.

Y el consenso es algo a producir por la sociedad, por el pueblo sobre el que se ejercerá ese poder. El liberalismo clásico pensó que la racionalidad emanada del mercado y expresada en fórmulas jurídico-políticas también racionales, sería suficiente para garantizar el orden y la integración social en una sociedad entendida como civil society. En la acepción original de esta idea, la racionalidad social se identificaba absolutamente con la racionalidad económica.

Pero la advertencia de Talleyrand no era ociosa, ni repetía simplemente la verdad ya asentada por el liberalismo dieciochesco. La esencia de su significado se alcanza a entender cuando se la ubica en la época en que se dijo y en el destinatario de la misma. Era una época inusual, así como el soberano era inédito. Corrían los primeros años del siglo XIX, en una Europa convulsionada por la expansión napoleónica. Expansión no de un imperio más, como otros que ya había conocido la historia, sino de uno distinto, porque (como dijera gráficamente Marx), en la punta de sus bayonetas, el ejército napoleónico llevaba a toda Europa las relaciones sociales burguesas, y por consiguiente el liberalismo. A diferencia de los anteriores, se trataba de un imperio de tipo burgués, el primer imperio burgués, y eso marcaba una diferencia. Al destruir los vetustos reinos, Napoleón no solamente colocaba a sus hermanos en los viejos tronos, sino que imponía una nueva constitución política de corte liberal y códigos jurídicos que reglamentaban y protegían las libertades económicas ansiadas por la burguesía.

Hegel, liberalismo y sociedad civil

*Profesor Universidad de La Habana (Cuba)

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