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«Cuentas de ingreso nacional y categorías marxistas»: Anwar Shaikh

Introducción

Los marxistas han sostenido siempre que existe una diferencia sistemática entre la estructura teórica de su análisis y la del análisis ortodoxo. Se afirma que, a lo largo de la trayectoria de lo abstracto a lo concreto, dicha diferencia se verá reflejada a cada paso del camino; el principio es diferente, el método es diferente, las categorías son diferentes, el propósito en sí mismo es diferente. Así, el resultado final es necesariamente diferente. Esto es sólamente como debiera ser.

Aparentemente, ningún marxista, por ejemplo, soñaría con aceptar la evidencia estadística existente sobre desempleo, pobreza, desnutrición, etcétera; no sólo porque las agencias burguesas deformas y disfrazan la verdadera extensión de estas cosas (lo cual sin duda, hace a veces), sino también ( y principalmente) porque las categorías mías sobre las cuales están basadas las estadísticas oficiales son parte y bulto de la teoría ortodoxa y su sistema de conceptos. ¿Decimos que las estadísticas de desempleo (por dar un ejemplo) son insignificantes, o que la extensión del desempleo sea incognoscible? No del todo. En vez de eso trazamos la diferencia entre el concepto ortodoxo de «desempleo» y el concepto marxista de ejército de reserva. Después mostramos cómo esta diferencia se manifiesta a sí misma en las estadísticas que deben reunirse, en la manera en que deben reunirse, y finalmente en la representación empírica real que proporcionan del capitalismo. No es sorprendente que al final encontremos que las cosas son frecuentemente muy diferentes a aquéllas representadas por las estadísticas oficiales. Esto también es sólo como debiera ser.

Los economistas keynesianos han sabido siempre todo esto, por lo menos en la práctica, si no en teoría. Con el surgimiento de la llamada «Revolución Keynesiana» vino el surgimiento de la moderna cuenta de Ingreso y Producto Nacional (IPN), que debe su existencia y estructura a las cuestiones e interpretaciones de análisis keynesiano. A cada paso en la recolección de estos datos, su teoría actúa como el intérprete del dialecto aproximado de lo real. Es un hecho interesante que aún con los vastos recursos y las poderosas facilidades de computación dedicadas ahora a esta tarea, toma años transformar sistemáticamente los datos de la forma en que aparecen las categorías de la cuenta IPN.

A pesar de que se requiere parte de este tiempo para verificar las estadísticas originales, la mayor parte de él se requiere para las transformaciones mismas.

Es bastante curioso que la lección tan bien aprendida por los keynesianos ha sido tan sólo parcialmente comprendida por muchos marxistas. La extensión de desempleo, de pobreza, de desnutrición, estas cosas, sabemos, no pueden ser consideradas en apariencia, pues si aceptamos las estadísticas oficiales, aceptamos también las concepciones ortodoxas incluidas en ellas. Pero en cuanto a categorías fundamentales como capital constante, capital variable y plusvalía, las cosas se vuelven muy diferentes. Las lecciones aplicadas en otra parte son olvidadas rápidamente. Con raras excepciones los marxistas tienden implícitamente o explícitamente a identificar categorías del IPN de «salarios» como la forma dinerarias del capital variable, «ganancias» como la forma dineraria de la plusvalía, «stock de capital» como la forma dineraria del capital constante fijo. (Digo «forma dineraria» aquí, porque es absolutamente necesario disntinguir entre valor y la forma del valor, y por tanto entre las categorías del «olvido» de la mayoría de los marxistas modernos es su rechazo a la teoría del valor de Marx, ya sea explícitamente o implícitamente, mediante su reducción de ésta a una estructura puramente formal que da un sabor sociológico «revolucionario» a las categorías de la teoría ortodoxa). Por supuesto, se hacen ajustes a los datos oficiales, para excluir ganancias del extranjero, para ajustar impuestos, etcétera. Pero en general, las correspondencias básicas entre las categorías ortodoxas concretas y las categorías marxistas abstractas queda sin cuestionar. Cuando mucho, esta correspondencia asumida es una hipótesis de trabajo. Las categorías marxistas, tal como las heredamos de muchas discusiones teóricas (incluyendo el volumen III de El capital) permanecen en un nivel muy alto de abstracción. Las categorías del IPN, por otra parte, son demasiado concretas, abarcando como lo hacen todos los complejos y variados fenómenos de la producción y el cambio capitalista. Su base abstracta, además, es keynesiana, no marxista. Por lo tanto, para apreciar si la correspondencia asumida domina verdaderamente o no, es necesario empezar tanto con las categorías marxistas abstractas como con las keynesianas, y concretizar sucesivamente ambos grupos introduciendo en ellos diversos fenómenos concretos. De este modo podemos mostrar cómo estos últimos fenómenos se manifiestan por sí mismo dentro de cada estructura teórica. Sólo entonces será posible apreciar si las formas-concretas de las categorías marxistas y keynesianas son o no en esencia las mismas.

Es importante acentuar, en este punto, que la tarea no consiste en remplazar los datos y las categorías concretas (tales como ganancias, pagos repatriados) que guían en realidad las decisiones en la vida bajo el capitalismo, sino más bien en llegar a ellos, de modo que podamos entender lo que determina sus magnitudes, movimientos y límites. Esta es una tarea tanto de la teoría keynesiana como de la marxista. Las dos teorías difieren en sustancia y por tanto el entendimiento que nos proporcionan de las relaciones concretas difiere también. Para ver cómo y por qué, debemos empezar por examinar la estructura característica de una concepción marxista de la reproducción capitalista.

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Economía, Teoría y Práctica: 1a. época No. 4 No. 4,

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