«Ciencia normal y ciencia filosófica en K. Marx»: José Manuel Bermudo
«Durante mucho tiempo, y suponiendo que así se enaltecía la figura y la obra de Marx, se ha intentado liberarle de su ser filósofo para acentuar la pureza de su ser cientifico Y/O su ser revolucionario. Sin poner en duda sus cualidades y méritos en los distintos dominios de las ciencias y la acción política, y sin entrar en competición con ella, nos parece que la lectura de las obras de Marx permite descubrir su ser filósofo. Y lo permite no sólo en un sentido laxo, bajo el cual todo hombre de ciencias o de letras, incluso todo hombre sin más, piensa y ejerce su práctica (teórico o material, si es que es necesaria la distinción) en una filosofia espontánea; sino en sentido fuerte, como filósofo tout court (si es que debemos seguir jugando con tal pretensión de pureza)».
Hace pocas décadas, cuando la Ciencia y la Revolución tenían un alto valor de cambio frente a la Filosofia, dramática o cómicamente devaluada, hablar de un ’Marx filósofo’, e incluso de una filosofia marxista (fuera ésta el materialismo dialéctico, exorcizado por ortodoxo, por materialista y por dialéctico; fuera la filosofía de la praxis, algo más tolerada, quizá porque al presentarse siempre como nebulosa e inconcreta, un tanto fantasmal, pudiera ser considerada más débil, inocente o maleable) era siempre visto como sospechoso desde fuera y desde dentro del marxismo. Hoy, que la crisis del mercado de valores ha al menos igualado -aunque sea a la baja-, si no invertido, la cotización de los mismos, puede (e incluso parece oportuno) hablarse del Marx filósofo».