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«Inversión y no consumo; rentabilidad y no demanda»: Michael Roberts

¡Parece que los economistas keynesianos se hayan vuelto completamente locos! A Jeffrey Sachs se le considera un economista «liberal» o progresista a favor de la iniciativa del gobierno de espolear la economía y el empleo. La semana pasada publicó un artículo en el que atacaba los principios básicos de la economía keynesiana y sus recetas para las políticas económicas de los Estados Unidos. ( http://www.huffingtonpost.com/jeffrey-sachs/professor-krugman-and-cru_b_2845773.html)



 

Sachs negó que tuvieran efecto benéfico alguno para la economía estadounidense los paquetes de estímulo fiscal a corto plazo que introdujo Obama. De hecho, a Sachs le preocupaba que sólo hicieran crecer la deuda pública hasta alcanzar niveles que impidieran a la economía recuperar un crecimiento sostenido a largo plazo. Sachs denominó al decano del keynesianismo, Paul Krugman, un «keynesiano burdo», por defender sólo los estímulos fiscales a corto plazo en vez de remedios a largo plazo para la
actual depresión.


Sachs dice: “He abogado en contra de los paquetes de estímulo a corto plazo. Krugman los ha apoyado y, de hecho, ha expresado que debían haber sido incluso mayores. Me he posicionado en contra de los recortes de impuestos temporales y de los programas de gasto temporal, y creo que lo que verdaderamente necesitamos es un estímulo consistente, planificado y duradero de inversión pública en la gente, en tecnología y en infraestructura». Por tanto, Krugman es un keynesiano burdo porque, dice Sachs, “adopta una versión simplista e inadecuada del método económico keynesiano como guía para su política de presupuestos. Keynes mismo era mucho más sutil. En 1937, con un desempleo en el Reino Unido todavía en torno al 10 por ciento, Keynes escribió: “Sin embargo creo que estamos aproximándonos, o hemos alcanzado, el punto en que no reporta mucha ventaja aplicar un mayor estímulo general en el centro.” Él creyó, por ejemplo, que se necesitaban unas políticas más estructurales con objeto de abordar el desempleo continuado.*”


Sachs dice que el keynesianismo burdo ha fracasado puesto que “la recuperación se ve obstaculizada por factores estructurales. Estos componentes estructurales no son susceptibles de un diagnóstico o de un remedio keynesiano… y Krugman resta seria y repetidamente importancia a estos cambios estructurales ocurridos en la economía estadounidense. Ha enfatizado repetidas veces que padecemos un déficit de demanda, pura y simple, que puede fácilmente remediarse con más estímulo. Aun así resulta cada vez más difícil conciliar muchas de las características de la economía estadounidense con esta visión.” Sachs cita los problemas a largo plazo de la economía de los EEUU como “deslocalización de trabajos a gran escala, automatización de trabajos a gran escala, disminución de la demanda de trabajadores no cualificados, desequilibrio de cualificaciones, infraestructuras obsoletas y aumento en los precios de la energía y de los alimentos a nivel global. Todo esto requiere distintos tipos de inversión pública, y no un simple aumento de la demanda.”


Para Sachs, el problema radica en que el gasto fiscal que no esté dirigido a conseguir mejoras «estructurales» y tan sólo espolee la demanda no va a funcionar; la deuda resultante de un aumento adicional del déficit público con el tiempo dañará la economía cuando las tasas de interés comiencen a aumentar. Sachs hace hincapié en que “Los EEUU necesitan inversiones públicas productivas, y no gastos innecesarios. Necesitamos modernizar nuestra infraestructura, re-equipar nuestro sistema energético, hacer nuestras ciudades más resilientes y ayudar a instruir una nueva fuerza de trabajo productiva”



Traducción para www.sinpermiso.info. Vicente Abella


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