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«Alcance y significado de la filosofía de la praxis»: Gabriel Vargas Lozano

En los últimos años del siglo xx, el marxismo como teoría y como práctica se enfrentó a uno de los momentos más difíciles de su historia. Una serie de países que vivían bajo regímenes que se autodenominaban como socialistas se derrumbaron estrepitosamente provocando la conformación de un nuevo orden mundial.1 A partir de este acontecimiento, el bloque triunfador difundió, a través de todos los medios a su disposición, la idea de que el marxismo (así, en general, sin distinción alguna) había perecido bajo los escombros del Muro de Berlín. La tesis era deliberadamente confusa ya que la caída de un régimen no puede representar, como pretendería un sociologismo burdo, la crisis de una teoría y mucho menos si, como habían argumentado muchos marxistas críticos de aquellos países, “no eran socialistas desde el punto de vista estrictamente marxiano”. Si aquellos países no representaban a un marxismo genuino era obvio que no podían ser arrastrados por el cataclismo histórico.

Pero además, la teoría de Marx se había concentrado en el análisis y crítica del capitalismo y si el capitalismo permanecía en sus rasgos esenciales, sus proposiciones no podían ser impugnadas, a menos que nos refiriéramos justamente a esta sociedad. Por el contrario, muchas de las tesis marxistas se confirmaban en la realidad: la desigualdad de clases no sólo ha seguido existiendo sino que se ha profundizado; la explotación de los trabajadores, sobre todo si pensamos en los que trabajan en las maquiladoras de Ciudad Juárez, Taiwán o Singapur, se mantiene; las formas de enajenación pública se han profundizado mediante el uso de la psicología y las nuevas tecnologías y la necesidad de una sociedad justa de la sociedad se mantiene.

Aún más, el pensamiento de Marx, en sus dimensiones más genuinas, permanece desconocido para muchas personas. Su obra completa apenas empieza a ser publicada en forma crítica a través de la nueva MEGA. Justamente para poner de relevancia estas nuevas dimensiones, se publicó en italiano una obra en la que participaron algunos de los mejores especialistas mundiales.

Por tales motivos, no había una razón objetiva para abandonar el estudio de Marx ni para continuar ampliando y desarrollando nuevas tesis, a partir de su obra.

Eso no quiere decir, desde luego, que se renuncie a la crítica del mismo autor o de sus continuadores; al análisis y valoración de otras perspectivas y a la consideración de los nuevos hechos de la historia. Y mucho menos, a no reconocer problemas teóricos al interior del marxismo o que han surgido de la práctica misma. Si no se hiciera así, una teoría quedaría sobrepasada y se convertiría en algo muerto.

El maestro Adolfo Sánchez Vázquez ha hecho justamente esto. Después de superar las formas dogmáticas que se imponían en forma ideológica en la lucha teórica y política, realiza un triple esfuerzo: primero, en el campo de la estética logra demostrar que en el pensamiento de Marx existían una serie de concepciones que contradecían las tesis oficiales del realismo socialista; en segundo lugar, mostró que Marx no había desarrollado nada parecido al materialismo dialéctico sino una “filosofía de la praxis”, y tercero, que había una veta importante por explorar en los campos de la ética y la filosofía política.

Alcance y significado de la filosofía de la praxis

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