«Estado del bienestar y redistribución de la renta nacional en España desde la Transición»: Diego Guerrero y Emilio Díaz Calleja
Introducción.
Cualquier análisis empírico de la redistribución estatal de la renta exige una solución previa a numerosos problemas de orden teórico y metodológico que condicionan por completo el enfoque dado al lado cuantitativo de la investigación. Una primera cuestión importante es la de cómo ha de medirse esa renta nacional cuya distribución y redistribución nos interesa. Aunque pueda parecer que se trata de un problema resuelto, esto es así sólo en el marco de la contabilidad nacional convencional, que parte de categorías aparentemente claras, pero que sólo lo son por convención, no porque hayan servido para resolver los agudos problemas conceptuales pendientes. A modo de ejemplo, piénsese en el problema que plantea que la «producción» de los funcionarios se considere parte integrante del PIB y no lo sea la «producción» doméstica: si se excluye ésta última, por útil que pueda ser, basándose en consideraciones de que no se trata de producción mercantil, habría que hacer lo mismo con la primera, pues tampoco en ese caso aparece por ninguna parte la producción de valor. De hecho, esto es lo que se hará en este trabajo, siguiendo los postulados que se explican más ampliamente en otro lugar (véanse Guerrero 1989 y Díaz Calleja 1993). Una segunda cuestión es el enfoque que se la da a la redistribución de la renta por parte del Estado. Como veremos, este problema no es independiente del tratamiento más general que se haga del problema previo de la distribución de la renta, ya que si se piensa que ésta se lleva a cabo retribuyendo el mercado a cada factor con el equivalente de su aportación a la producción no hay lugar para la cuestión que nos va a ocupar más tarde, a saber, la de cómo corrige el Estado esta distribución espontánea del mercado, pues no tiene sentido corregir una distribución que ya de por sí es óptima y justa. En consecuencia, antes de entrar en la cuestión de la redistribución y del papel que desempeña en ella el Estado (epígrafe 2), habrá que abordar el problema teórico de la distribución de la renta (epígrafe 1), y sólo tras ambas reflexiones estaremos bien equipados para pasar a la vertiente empírica de la investigación (que desarrollaremos en el epígrafe tercero).
1. La distribución de la renta.
Como vamos a apostar claramente por una de las teorías de la distribución de la renta, descartando otras más generalmente aceptadas, hay que comenzar aclarando las razones que nos llevan a esta elección. Las teorías más extendidas de la distribución de la renta han demostrado sus limitaciones. Tanto la teoría neoclásica (clarkiana) como la neorricardiana (sraffiana) están imbuidas del principio de la estática comparativa1[1], que anula el análisis dinámico y disminuye la capacidad explicativa de estas teorías en un marco como el capitalista, que es cualquier cosa menos estático. Guerrero 1996 ha insinuado que quizás sea preciso un nuevo enfoque global de la historia del pensamiento económico, que resitúe las aportaciones de los distintos paradigmas y escuelas en función de los nuevos desarrollos logrados por los autores que parten de la teoría laboral del valor como principio interpretativo básico. En particular, habría que comenzar a pensar en dos grandes ramas de la economía neoclásica (que quizás habría que llamar mejor «economía estática»): en lugar de identificar neoclasicismo y marginalismo, habría que aclarar que los supuestos implícitos de la teoría de Sraffa coinciden, de una manera mucho más profunda de lo que hasta ahora se venía intuyendo, con los de Walras, de forma que sería más correcto distinguir, dentro de la corriente estático-neoclásica -o quizás, mejor, estáticomatemática moderna- dos grandes ramas. En primer lugar, el marginalismo, caracterizado siempre por su subjetivismo aunque ya no por el utilitarismo al que se asociaba originalmente, y en segundo lugar el matricialismo, caracterizado por un objetivismo no utilitarista pero sí fisicalista. Ambos se oponen al análisis dinámico, característico de los clásicos y de Marx, y más acorde con la naturaleza del sistema que se pretende investigar.
Estado del bienestar y redistribución de la renta nacional en España desde la Transición
(julio de 1996)

























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