«Hacia un nuevo comienzo … por otro camino. La alternativa a la micro-secta»: Harl Draper

«La secta se autocoloca en un alto nivel (muy por encima de la clase obrera) y se sostiene sobre una escasa base, ideológicamente selectiva (y, habitualmente, externa a la clase obrera). Proclama su carácter obrero basándose en sus aspiraciones y en su orientación, no por su composición social ni por su modo de vida. Comienza entonces a intentar arrastrar la clase obrera hasta su nivel, o hace un llamamiento a esa clase obrera para que lo alcance. Desde dentro de sus fronteras orgánicas, envía al exterior a exploradores para que contacten con la clase obrera, y a misioneros que conviertan a dos aquí y a tres allá. La secta se imagina convertida algún día en un partido revolucionario de masas, ya sea por un crecimiento paulatino, por la unidad con otras dos o tres sectas o quizá por algún proceso de entrismo. Marx, por el contrario, opinaba que los elementos de vanguardia debían evitar, ante todo, la creación de muros orgánicos entre ellos y el movimiento de clase. La tarea no era elevar hasta el «Programa completo» a dos trabajadores aquí y a tres allí (y menos aún a dos estudiantes aquí y a tres intelectuales allí), sino buscar las palancas que puedan servir para impulsar a toda la clase, o a sectores de ella, hacia niveles más elevados, tanto en el ámbito de la acción como en el de la política».
























