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«La teoría económica y la política: más allá del capital»; István Mészáros

1. La suerte de algunas influyentes teorías económicas

Desearía comenzar con dos casos contrastantes, que ilustran la suerte –no muy afortunada– de algunas influyentes teorías económicas.

El primer caso se desprende de una cita tomada de un reciente editorial de The Economist de Londres:

Resulta desalentador considerar precisamente cuánto gira en tomo al asunto de la productividad en los Estados Unidos. Las valoraciones de la bolsa, confusas incluso ahora según criterios históricos; la estabilidad financiera mundial; las perspectivas para el nivel de vida no sólo en los Estados Unidos, sino en todo el mundo; la probabilidad de éxito a largo plazo de la combinación de baja tasa de inflación y alta tasa de empleo: todas estas cuestiones y otras más dependen de si la productividad en los Estados Unidos realmente tomó un nuevo camino de crecimiento más rápido, como se supuso en general, a finales del decenio de 1990. Durante el año pasado, se puso en evidencia que muchas de las aseveraciones hechas por la nueva economía eran falsas: la noción de que el ciclo económico estaba muerto; que el gasto en tecnología de la información era a prueba de recesión; que los métodos clásicos de valorar las acciones eran en lo sucesivo irrelevantes, etc. Ahora, sin embargo, el pilar más importante de la nueva economía ha sido, si no demolido, por lo menos gravemente golpeado. (2)

Y, como conclusión, el mismo editorial dice a los lectores que, a su debido tiempo, habrá de pagarse un precio por todos esos falsos supuestos. En consecuencia, los «fanáticos de la nueva economía […] pueden tener que lamentar haber apostado tanto no a un avance sólido y plausible, sino a un milagro que ahora resulta no haber ocurrido«(3). Por ende, en este caso, podemos ver claramente la fragilidad de los supuestos formulados de manera precipitada, que ahora denuncia como indudablemente falsos el mismo The Economist. Sin embargo, el problema es que todos estos supuestos están en pleno apogeo, proclamados con afán como los sólidos pilares de las estructuras teóricas más actualizadas. Como tales alaban las excelencias de nada menos que «la nueva economía», que, a su vez, se supone que garantiza inversiones en gran escala en nuevas burbujas de los mares del Sur. Como sabemos, las sumas comprometidas en la reciente implosión de «la nueva economía» fueron tan inconcebibles que en un año las pérdidas del NASDAQ representaron dos veces y media la cantidad total de las reducciones fiscales anunciadas por el presidente George W. Bush, para todo el decenio venidero, quedando estas últimas anuladas (y de inmediato recortadas fuertemente por el Congreso). Por consiguiente, las pérdidas del NASDAQ en un año fueron treinta veces superiores a los correspondientes ahorros fiscales anuales previstos. El hecho de que la sabiduría del editorial de The Economist equivalga a «ser sabio después de ocurridos los hechos» no debe preocuparnos demasiado en el contexto actual. Después de todo, el arsenal teórico de la revista es muy parecido a lo que sus redactores principales ahora critican tardíamente, siempre preparado a partir de una perspectiva de muy corto plazo. Ésta es la razón por la cual The Economist puede cambiar fácilmente su posición – para tomar como ejemplo algo que de ninguna manera tiene poca importancia- de la idealización largo tiempo mantenida de «la economía de escala» a lo diametralmente opuesto, denunciándola como la des-economía de escala cuando fracasa la panacea antes defendida, y defender nuevamente la economía de escala cuando esta última parece ser más conveniente.

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Disertación presentada en la conferencia sobre «El pensamiento económico y su relevancia en el mundo de hoy», organizada por el Banco Central de Venezuela y el editor de su revista económica (Revista BCV) Asdrúbal Baptista, celebrada en Caracas entre el 10 y el 12 de septiembre de 2001.

Traducción de Gladys Sanz. El artículo fue enviado especialmente por el autor para su publicación en Herramienta . Subtítulos y revisión de la traducción para Herramienta a cargo de Aldo A. Romero.

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